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Operación cicatriz
José Pablo Coello | 30-05-2017
en CANCHA
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Para nadie es un secreto que la relación de Roger Goodell con los jugadores de la NFL se ha deteriorado de manera notable a partir de la negociación del último contrato colectivo de trabajo.

Aquel proceso terminó después de muy tensas semanas de negociaciones, y le dio al comisionado un poder que nunca antes había tenido dicha figura para impartir justicia en todo tipo de casos de indisciplina.

Dicha concesión fue una de las conquistas más importantes de Goodell, y los jugadores y sus representantes estuvieron dispuestos a ceder a cambio de otros temas, que en su momento consideraron más trascendentes.

Fue así que el polémico "BountyGate" de los Santos de Nueva Orleans se convirtió en el primer caso en el que la imagen del comisionado terminó seriamente deteriorada tras aplicar sanciones que no solo fueron consideradas excesivas, sino que tuvieron que ser modificadas por el ex comisionado Paul Tagliabue.

Después vendrían los casos de Ray Rice, Richie Incognito, Adrian Peterson y Tom Brady por citar solamente los más relevantes. Al final de cada uno de éstos procesos, la popularidad de Goodell se deterioró notablemente y los abucheos en cada una de sus apariciones públicas ya fuera en el Súper Tazón o bien en el Draft, se convirtieron en una constante.

Con la mira puesta en el proceso de renegociación del contrato colectivo al final de la temporada del 2020, Goodell y su equipo han entendido que necesitan reducir la tensión que hay en la relación con el Sindicato de Jugadores y mejorar su imagen pública.

Esa es la razón detrás de las modificaciones anunciadas por la NFL la semana anterior, en la que buscan ser más flexibles y dejar de castigar festejos que hace varias campañas estaban prohibidos. Se insiste en que es una muestra de apertura de parte de Goodell. Una especie de tregua buscando abrir las puertas al proceso de paz.

No dudo que los jugadores se hayan sentido escuchados y tomados en cuenta. Sin embargo, sigo pensando que el gran pendiente de los dueños y del comisionado con sus empleados, es garantizar su seguridad a largo plazo y tomar las medidas necesarias para que el deporte sea menos violento y peligroso.

Esa sí que sería una verdadera muestra de empatía y de responsabilidad. Lo demás, es una cortina de humo en la que espero que los jugadores no terminen perdiendo de vista lo realmente importante.

 
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