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SAN CADILLA
San Cadilla | 02-02-2018
en CANCHA
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Revancha guerrera
 
 
Dicen que la directiva de Santos Laguna no le perdonó a Emiliano Armenteros que se hubiera ido de la boca y que destapara que le adeudaban el pago de un par de quincenas y que además prácticamente lo habían hecho a un lado, pues no le daban equipamiento para entrenar y hasta lo mandaron con el preparador físico del equipo femenil lagunero. Vaya, en pocas palabra que lo habían tratado pésimo, lo cual molestó como no tienen una idea a la gente del club, que se empeña hasta el cansancio en proyectar al mundo una imagen limpia y transparente en todo lo que corresponde al tema futbolístico.

Al verse cepilladísimo del primer equipo santista, Armenteros empezó a buscarle por otro lado y cuentan que tenía una oferta para jugar con el Atlante, y al argentino no le desagradó el tema porque el cambio de aires lo había ilusionado, no sólo por la chance de volver a contar para un equipo en el campo, sino por la idea de vivir en un lugar paradisiaco como es Cancún, sin sobresaltos, con una buena calidad de vida para la familia.

El jugador estaba dispuesto a aguantar que se tratara de un equipo de la División de Ascenso, pero cuando se estaban dando las gestiones, resulta que, según me cueeeentan, Santos le cortó las alas, y como bien dicen, le ofrecieron un mal arreglo para evitar un gran pleito.

De los dos años y medio que le quedaban de contrato en el cuadro de Torreón, dicen que le pagaron sólo uno y medio para acabar con la relación laboral, pero eso no fue lo pior, pues alguien me contó que en el finiquito pusieron una condición: le "pidieron amablemente" que buscara suerte en cualquier otro club, que le iban a dar todas las facilidades, siempre y cuando estuviera lo más lejos posible de México.

Así las cosas cuando cuentas lo que te pasa en estos lares...

 
 
Estrella inesperada
 
 
Cómo habrá estado el festejo de América durante la presentación de sus refuerzos que hasta el pequeño hijo de Santiago Baños terminó ovacionado en el Estadio Azteca el viernes pasado.

Me contaron que Santi, como decía su playera de la Selección Nacional, robó las miradas cuando se metió a la cancha del Coloso de Santa Úrsula, junto con un grupo de amiguitos, a pelotear mientras el primer equipo de las Águilas estaba entrenando cerca de la portería norte.

Resulta que por un momento los aficionados conectaron más con estos pequeñines, que no es por echarles flores, pero sí mueven bien el balón, que con las mismísimas estrellas del América, como Oribe Peralta o Jérémy Ménez.

Por supuesto que Santiago Baños padre estaba como pavorreal luego de ver los aplausos para su hijo, que opacó a varios durante el festejo de los azulcremas.

 
 
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