El cinturón de Caixinha Seguro que el técnico de Cruz Azul, Pedro Caixinha, nunca había al estadio como cualquier mortal, siempre había llegado en el camión del equipo o a lo mejor como invitado de alguien que no tiene que pasar los retenes de seguridad normales de todos los mortales que acuden cada fin de semana al futbol en esta ciudad.
Don Pedro llegó ayer a la casa de los Pumas con todo el ánimo y la disposición de hacerla de espía para llevarse su libreta retacada de apuntes para el duelo contra los felinos del próximo sabadaba, pero el timonel nunca imaginó lo que iba a vivir a la entrada al inmueble.
Mientras se dirigía a la puerta de acceso, iba cual estrella de cine, repartiendo autógrafos y fotos a todos los que se lo solicitaban, pero cuando entró, que lo detienen los uniformados, pues luego de revisarlo se dieron cuenta que traía cinturón.
Los elementos de seguridad le exigieron que se despojara del mismo, es más, que lo dejara ahí con ellos, ante lo que Caixinha se horrorizó y nomás parpadeaba y miraba de un lado a otro, mientras la gente le cargaba pila burlándose de que iba a tener que dejar su carísimo cinto, porque eso sí, nada de que andaba con uno de milano como el mío, el del técnico celeste se veía finísimo.
"¿En qué estadio del mundo no dejan entrar con cinturón?", fue la única pregunta que pudo esbozar Caixinha antes de que de entre la multitud saliera un distinguido universitario que dialogó con los "polis", indicándoles que se trataba del técnico de Cruz Azul, que lo dejaran pasar porque iba a ir a los palcos, que se hiciera gala de educación y se viera que en el estadio de la UNAM la gente se comporta de otra manera.
Los polis tomaron el radio, comenzaron con el intercambio de información y al final Pedro Caixinha ingresó sin que tuviera que dejar colgado su cinturón.
Por cierto que se fue muy agradecido con su "salvador", con quien posó para dejar constancia de aquel momento digno para la anécdota.
El nuevo Aílton Hay ex jugadores de futbol que hacen de todo por encontrar lo suyo después de colgar los botines.
Unos incursionan como entrenadores, otros intentan ser empresarios, algunos más comentaristas y otros de plano desaparecen.
Ese no es el caso de Aílton Da Silva, que según me cuentan anda muy metido en la representación de jugadores, y además, no descuida su negocio de bienes raíces en Brasil.
Resulta que Da Silva no sólo fue habilidoso con el balón, sino que ahora qué debutó como "agente", le pegó a su primer apuesta y colocó a Alejandro Chumacero en el Puebla.
Ya no tengo que contarles yo en qué nivel anda el boliviano con La Franja, pero sí agradézcanle al buen ojo de Aílton.
Ojalá más futbolistas tengan la suerte y el acierto de Aílton, que en todas sus facetas se sigue mostrando exitoso.
Supe que el brasileño ya prepara la llegada de otro jugador extranjero en verano; ojalá le eché la mano a Pumas, que tanta falta le hace.
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