Para todos los que tienen inclinaciones sádicas con el gremio arbitral, la actuación de Fernando Guerrero en Monterrey debió excitarlos.
Cuatro expulsiones, dos de éstas bastante borrosas, más un par de penales marcados y, por lo menos, otros dos que no vio o no quiso ver. Y todo esto en complicidad con un VAR que aportó más dudas que certeza originando un partido de locos.
Me imagino que el silbante Guerrero llenó la cédula arbitral con tres planas por ambos lados describiendo todas las jugadas que sancionó inmerso en un trance de alucinaciones. Sin duda que su actuación fue mala para ambos equipos. Aquí el único que se benefició fue la crueldad.
No tengo fe en la perfección humana, ni siquiera utilizando los Rayos X de la televisión. Y en el futbol, la justicia generalmente suele ser bipolar. ¿Qué sería de este juego sin los antojos de los señores árbitros?
Si tratamos de medir el desempeño de los Rayados y el América, sin duda que lo accidentado también nos privó de elementos para sacar conclusiones colectivas. Posiblemente el Monterrey ganó porque Rogelio Funes Mori hiló dos recortes de absoluta gobernanza para marcar el 2-1 y el defensa Cesar Montes entró en escena para el tercer gol, como si le acecharan fuerzas invisibles que conjuraban rabia con gotas de arte.
Pero antes, al mismo Montes le perdonaron un penal y, en los minutos finales, se tiró una barrida endiosada sobre el colombiano Roger Martínez, evitando el 3-3.
El América terminó su racha en el BBVA entre disparates como el que usaba el Chavo: "lo último que se pierde es la barriga, señor Esperanza".
En los partidos de otros favoritos, el Cruz Azul, por ejemplo, hiló su segunda victoria en Liga con un futbol de pocos encantos. Una semana atrás, los de Caixinha sólo tiraron siete veces y anotaron un gol de penal en el Universitario. El sábado frente a Xolos también ganaron con penal, pero ahora con 12 disparos.
Al ver los juegos de Cruz Azul, no sé qué hacer: o volteo a la cancha, o sólo volteo a ver el marcador.
En Toluca se jugó otro partido con muy escasos encantos, donde el equipo de Ferretti abandonó la posesión del balón y, atrincherándose en su área como pocas veces los habíamos visto, a pico y pala defendió la ventaja.
Le salió al Tuca y punto.
Los Tigres ya no dominan, ni con sus nombres, ni con sus tradicionales conceptos colectivos a cualquier equipo. Parece que a los clubes ricos les entró de forma temprana la necesidad de ganar como sea.
Y esto pasa porque saben bien que la competencia siempre termina produciendo perdedores.
Sólo el hecho de cambiar, aunque sea a peor, ya es a veces un acierto.
PD. Aún no ha existido el entrenador, mucho menos el árbitro, que haya vivido todo el tiempo sin meterse en problemas.
Lo escrito, escrito está.
@castillejos_m |