Sigue sobreviviendo el futbol, sí, el verdadero, único, el que se juega simplemente con la pasión por arte de jugar, el que escribe historias, el que nos hace llorar, reír, nos hace sentir ganadores sin tocar el balón, el que nos enseña que perder es una de las principales lecciones para alcanzar el éxito.
Señores, antes de entrar en el tema de la Final, quiero compartirles el porqué mi indignación por el tema FIFA y por qué defiendo tanto el futbol cancha.
Este deporte me eligió, me salvó enseñándome el camino correcto. Como yo, casi todos los futbolistas no tuvieron muchas opciones, sólo seguimos nuestra pasión sin esperar nada a cambio.
Nací para ser jugador, tuve la fortuna de ser bien pagado, pero si la paga no fuese buena yo lo hubiera hecho todo de la misma forma, éste es el verdadero futbol, el que inicia en el corazón y termina en la cancha.
El que vimos ayer en la Final de la Champions League, el que durante toda su existencia ha limpiado las cochinadas de los insaciables directivos corruptos, manipuladores y depredadores despiadados de esa magia que nos pertenece a todos.
Ya entrando a lo que fue el partido, Barcelona y Juventus brindaron el verdadero espectáculo, el único que debería existir en este deporte.
Otra vez el futbol ordenado, atrevido y ofensivo superó al futbol precavido, y ustedes ya saben que eso me encanta.
Bastaron tan sólo cuatro minutos para que el tridente ofensivo del Barsa fracturara la defensiva italiana que parecía inquebrantable.
Ambos fueron fieles a su forma de jugar al futbol. El equipo español apasionado declarado por la posesión y buen trato a la pelota y los italianos basando su éxito en su defensiva. Distintas estrategias en busca del mismo objetivo.
Con el estilo de juego que maneja el Barcelona es prácticamente imposible, teniendo tantas unidades en el ataque, no verse vulnerables defensivamente.
No era difícil imaginar que la Vecchia Signora anotaría gol, como tampoco saber que, por mejor que sea una defensiva, sería imposible evitar recibirlos si tienen enfrente un ataque armado con Lionel Messi, Neymar y Luis Suárez, apoyados por volantes con la inteligencia de Iniesta y Rakitic e incansables laterales por ambos costados.
Me quedó un dulce sabor de boca de ver lo que fue esta gran Final, un hermoso espectáculo y la tranquilidad que el futbol cancha sigue goleando al futbol de oficina.
Sólo para terminar, considero que fue un mal arbitraje, no tendencioso, y para ustedes que piensan que sólo en México hay malos árbitros, quedó claro que no es así.
Ojo, para dirigir una Final de Champions se debe ser de lo mejor que hay en Europa.
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