La impresión que nos deja Cruz Azul es diferente a varias de las anteriores.

No es solamente que haya ganado en casa frente a Chiapas. Por mucho que los números hayan anunciado que eso no es tan normal. Ni siquiera que lo haya hecho con un hombre menos desde los 20 minutos.

Lo que es nuevo en La Noria es que varias cosas que parecían descontinuadas han vuelto a funcionar.

La más notable de todas, que las contrataciones pintan para entregar lo que en años no había sucedido: tienen calidad y la aportan de inmediato sin pasar seis meses de adaptación, al cabo de los cuales salen del equipo.

Con Joffré Guerrón y Joao Rojas podríamos hacer una apuesta: pese a que el segundo es vistoso, tiene su catálogo de florituras y ya tenía tiempo en La Noria, es mucho menos efectivo que Guerrón. Por lo tanto, terminará perdiendo la titularidad.

Ver a Jorge Benítez en el ataque, es reconfortante. Hay pocos jugadores como él en México: tiene velocidad, potencia y hambre. Desequilibra como pocos y ajustando esa hambre desmedida que no le permite pasar la pelota a un compañero cuando debe hacerlo, puede hacer época.

Es de esos jugadores por los que muchos pagan boleto para verlo.

Víctor Vázquez, sin la fama de varios de sus compañeros en La Masía, tiene el toque necesario para no pedirle acta de nacimiento futbolera. Con verle la pinta sabemos de dónde viene.

Ariel Rojas contribuye en una media cancha renovada y Aldo Leao, con una madurez que es lejana a lo senil y cercana a lo sabio, es otra garantía para el buen juego azul.

Hace muchos años que Cruz Azul no tiene extranjeros tan buenos. O dicho de otra manera: que no tenía a ninguno malo por acomodado, flojo o desadaptado. Nunca falta alguien así.

Pero además de contar con el material necesario para revertir tantos años de espera, La Máquina tiene otra cosa: alma.

El primer tiempo en León la semana pasada, la reacción con 10 hombres ante los desafortunados chiapanecos y en general la forma de enfrentar sus partidos, es nueva.

Cruz Azul es veloz, agresivo, vertical, arriesgado. Y toma cada jugada con la seriedad de lo que es: un equipo grande. Tiene jugadores en la banca que pelean el sitio a los de adentro y goza de un espíritu casi desconocido.

Tomás Boy tendrá que ver en todo eso. Pese a que sus victorias recientes no son tantas como corresponderían a su buen juego, está logrando desde el timón esa mutación que parecía no llegar nunca.

Sabiendo de lo cambiante de los equipos, la base es espléndida. Tal vez el nuevo Cruz Azul ha nacido ya.

 
Twitter: @fj_tdn
 
fjgonzalez@reforma.com