El futbol en México es de polos opuestos, se goza y se sufre.
Como aficionados gozamos de ver a nuestro equipo triunfar y sufrimos la derrota más que los jugadores.
En México hay un grupo de personas que solamente prueban las mieles del gozo: el grupo de dueños. Aquellos que quitan y ponen reglas, manipulan quién entra y quién no a su selecto club.
El precio para ellos es alto, pero sólo en lo económico, los números son lo que más importa para los dueños del balón. Para ellos se vale cambiar de sede, aparecer y desaparecer, quitar ascenso y descenso, entre otras artimañas para cuidar lo que ellos priorizan, el dinero.
Del otro lado está el que sufre: el aficionado. El que apoya y alienta en cada partido, la víctima cuando los de arriba hacen de las suyas.
Para ellos el precio es alto. Son los que pagan entradas, playeras y demás artículos para demostrar su amor a una institución. A veces mal pagado o golpeado ese aprecio, pero siempre presente, y al final es el que le da vida a este simple juego.
Esa es la conclusión, es un simple juego, que levanta tanta pasión, pero que en ocasiones el precio de amarlo es alto, por eso sólo queda disfrutar de este bello deporte.
Twitter: @luisgklas |