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La Dominguera
San Cadilla | 06-07-2014
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Un rebelde con causa
 
Le decían el "Mozart del Futbol", pero para Austria fue mucho más que eso.

Matthias Sindelar era un delantero alto y desgarbado, pero que tenía la portería tatuada en su mente: pese a medir 1.80 metros, apenas y pesaba 60 kilos.

En una época en la que parece moda de algunos negarse a jugar un Mundial de futbol, el austriaco sí tuvo un verdadero motivo.

 
 
EL 'WUNDERTEAM'
 
Sindelar encabezó el famoso "Wunderteam", el equipo austriaco que en los años 20 y 30 del siglo pasado maravilló a Europa.

¿Existe la suerte en el futbol? No tengo la respuesta. Pero esta selección no se inscribió en al Mundial de Uruguay 30 -como la mayoría de los equipos europeos-, en 1934 llegó a Semifinales, pero un arbitraje más que sospechoso los dejó fuera ante la local Italia de Benito Mussolini y para 1938, Austria ya había sido anexada a la Alemania nazi.

Sindelar nació en Moravia, pero se crió en Viena, en un barrio obrero, y encabezó al club Austria Viena a la conquista de 3 títulos, por lo que a los 23 años ya era inamovible en su selección.

Le apodaban también "El Hombre de Papel" por su dribling, que lo hacía pasar por en medio de los defensas, así como por su delgada anatomía y elegancia.

A principios de los años 30, Sindelar era imparable: Austria se dio el lujo de golear a Alemania 5-0 en Viena con 3 goles de él y luego 6-0 en Berlín.

Pero ni su selección ni ninguna otra estaba preparada para lo que venía en el Mundial de 1934.

En la Semifinal, el ítalo-argentino Luis Monti lo coció a patadas bajo la complicidad del arbitraje, y finalmente cayeron agónicamente 1-0.

Fue tal el nivel de violencia, que Sindelar tuvo que ir al hospital a ser atendido y sería ahí donde conocería a Camila Castagnola, una italiana-judía que se convertiría en su esposa.

 
 
ESPÍRITU INDOMABLE
 
Sindelar tenía un espíritu rebelde por naturaleza: cuando el gobierno austriaco -bajo presión alemana- disolvió su federación de futbol y separó a todos aquellos de origen judío, el goleador era el único que seguía teniendo relación con el hasta entonces presidente del Austria Viena, Michl Schwarz.

El 12 de marzo, Adolfo Hitler decretó la famosa "Anschluss" o anexión austriaca al III Reich, y para tratar de aligerar la tensión efectuó un "partido por la paz": la selección de Alemania enfrentaría a un "XI de Austria" en el estadio Prater, el 3 de abril de ese mismo año, a unos cuantos meses del Mundial.

El resultado debía ser un pacífico empate sin goles y que el mismo Sindelar aceptó negociar, a cambio de que los dejaran jugar con sus tradicionales colores y no con el uniforme que les habían dado los nazis.

"Según las crónicas, el XI de Austria jugó mejor y Sindelar falló algunos goles, se entendía que por cumplir órdenes", narra Alfredo Relaño en su libro "366 Historias del Futbol que Deberías Saber". "Pero en el segundo tiempo marcó, y lo mismo hizo su compañero y amigo Sesta, que puso el 2-0".

Matthias salió corriendo y eufóricamente le cantó el gol al palco donde estaban las autoridades alemanas, y en lugar del saludo nazi se puso a bailar: la locura entre la afición austriaca. Durante esos pocos segundos, volvieron a ser libres gracias al futbol.

Todavía el entrenador germano Sepp Herberger intercedió por él, a cambio de que jugara para Alemania el Mundial de 1938, como varios de sus compañeros austriacos ya lo habían aceptado, pero nada lo haría cambiar de opinión.

Primero dijo que estaba mal de la rodilla izquierda y posteriormente hasta simuló su retiro, aunque seguía jugando con el Viena.

Joseph Goebbels, el ministro de propaganda nazi, trató de ser políticamente correcto cuando habló de él, pero lanzó una velada amenaza: "Sindelar es un ídolo vienés y nosotros queremos creer que él siempre se ganará ese afecto en el futuro".

El genio detrás de la maquinaria publicitaria de Hitler sabía lo que el balompié ya significaba en aquel entonces.

"Ganar un partido de futbol es más importante para la gente que capturar una ciudad del Este", había dicho Goebbels en otra ocasión.

Mientras Sesta fue arrestado, Sindelar y su esposa fueron interrogados por los nazis, a la vez que pretendían persuadirlo para jugar por Alemania.

 
 
EL ÍDOLO
 
Luego de que Alemania fue eliminada del Mundial por Suiza, Matthias decidió acudir a la Final entre Italia y Hungría en París, el 19 de junio de 1938 a las 17:00 horas.

"Cuando los aficionados franceses lo reconocieron en las tribunas comenzaron a cantar 'La Marsellesa'. La negativa de Sindelar de saludar a Hitler había hecho olas más allá del Reich y se había convertido en una declaración política", escribió el italiano Nello Governato en su libro "La Partita Dell'Addio" (2007).

Sindelar era entonces más que un futbolista y no huía de esa responsabilidad. Al contrario, asumía su rol y pese a múltiples advertencias de amigos de que huyera, "Sindi" -como le decían- volvió a Austria.

Surgieron documentos que mostraron que una de sus abuelas fue judía y, por si le faltara algo, en septiembre de 1938, Sindelar compró un bar que había pertenecido a un judío.

La Gestapo vigiló el lugar infiltrando agentes entre los parroquianos habituales, compuesto por personas de origen judío y rebeldes al régimen.

La suerte de "Sindi", como le decían sus amigos, estaba echada. Era cuestión de tiempo.

 
 
EL MISTERIO
 
El 23 de enero de 1939 acudió su amigo Gustav Hartmann a visitarlo y se topó con un fuerte olor a gas en la casa. Forzó la entrada y encontró a Matthias muerto y a Camilla ya agonizando. Ambos murieron por inhalar monóxido de carbono.

Algunos aseguraron que se trató de un romántico suicidio de una pareja patriota que sabía el destino que les esperaba, y prefirieron hacerlo ellos a su manera.

Otros afirmaron que se trató de un asesinato por parte del régimen nazi, para ponerle un ejemplo al pueblo austriaco por todos los agravios cometidos.

Unos más dijeron que fue un trágico accidente, frecuente en los tiempos de aquellos calentadores de carbón.

Nunca hubo un consenso y la discusión continúa hasta la fecha en Austria.

En el 2003, la BBC realizó un documental y un amigo de Matthias aseguró que hubo corrupción para que el caso se cerrara rápidamente y sin investigaciones. Eso no evitó que casi 40 mil personas acudieran a su funeral y llegaran 15 mil telegramas de condolencias.

En una época en la que los futbolistas usan su imagen para millonarios contratos de publicidad, Sindelar fue el símbolo de una rebelión y lucha que duraría varios años.

 
 
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