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Vale todo
Mario Castillejos | 13-11-2014
en CANCHA
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"La integridad no tiene necesidad de reglas".

Albert Camus.

 
Al finalizar el partido en Guadalajara, Ricardo Ferretti lanzó la siguiente retórica: "Se hace un futbol ratonero, desagradable, porque se permiten muchas tarjetas. Al fin y al cabo lo único que va a pasar es que te amonesten una vez y después que vaya otro, y otro, y así aprovechan la oportunidad de cortar el juego. Yo no estoy mal, el jugador no está mal, la ley te lo permite".

En un México donde parece que una falta -de cualquier índole- es algo permitido, yo pregunto: ¿Y qué permiten tus principios? ¿Qué permiten tu moral, tu integridad? ¿Y el respeto al futbol o cualquier profesión?

Bajo esta perversa cultura donde lo ligeramente sancionado es moralmente aprobado, Tomás Boy le da un manotazo a un borracho y, por su acción, recibe dos partidos de castigo.

Pero frente al flagrante codazo de Dorlan Pabon, que, en apego al reglamento, ameritaba dos partidos de suspensión, se pactó el indulto y el jugador recibió uno.

Bien por el poder de negociación. ¡Hurra y tres veces hurra! Tan dignos como el ventajoso que logra picudear el pago de impuestos o las multas de tránsito. Porque, como dice Ferretti, "no estamos mal, si la ley lo permite".

Antes de recibir cuatro meses de suspensión, Andrés Fassi señaló de faltos de códigos y valores a quienes distorsionaron los hechos. Pero apuntó: "imagínense la gravedad de lo que hice que ni siquiera el cuerpo arbitral me reporta".

Como si su acción y la de los directivos de Santos no fueran desleales a los códigos y valores por el simple hecho de no estar plasmadas en una méndiga cédula arbitral. Pero como dice Ferretti: "no estamos mal, si la ley lo permite". Y menos, si el árbitro se confabuló para no escribirlo en su reporte.

Nuestro futbol está repleto de hechos que reflejan nuestra sui géneris ética y moral. Como la actitud de Justino Compeán y sus señas. La de Migue Herrera contra la banca panameña. La del Ministerio Público que se hizo de la vista gorda para que Danilinho jugara una Final. O la del cruzazulino que jugó durante seis meses con un amparo porque no le informaron en su domicilio que salió positivo de dopaje.

Y todo esto pasa porque aquí vale cometer faltas. Porque a los que hacen el futbol estúpidamente les excita más una pinche Copa que dignificar el juego. Y porque, como país, se permiten la transa, el favorcito, el tirón.

Y eso pasa en todas las esferas del poder, ¿o de qué otra manera nuestros servidores públicos y líderes sindicales se hacen de propiedades que no pueden adquirir ni con 100 años de actividad pública?

¡Y para qué gritamos que están mal, si la ley se los permite!

PD: "La corrupción lleva infinitos disfraces". Frank Herbert.

Lo escrito, escrito está.

 
castillejos@elnorte.com
@castillejos_m
 
 
 
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