Al término del partido mis sentimientos sobre lo que me dejó el encuentro estaban encontrados, ya que me agradó ver al Monterrey ganar, meter 3 goles y llegar a 12 puntos en el torneo, pero...
Por otro lado, no me gustó para nada, fue horrible lo que nos enseñó el Monterrey en la segunda mitad y sentí lástima de ver un equipo como Dorados con tantas carencias técnicas y tanto desorden táctico.
Pobres Dorados, traen un olor a descenso que se siente a miles de kilómetros de distancia.
Puede parecer una locura que luego de una victoria de 3-0 yo encuentre motivos para criticar al ganador, pero con el futbol que mostraron los Rayados en el segundo tiempo sólo le alcanzaría para ganar a Dorados, y a nadie más.
Para mí no fue una victoria de la colectividad, como normalmente debe suceder. El gran mérito del resultado obtenido ayer yo lo otorgo a la genialidad de Edwin Cardona.
El colombiano no estuvo muy participativo, pero en el primer tiempo le bastaron dos chispazos de puro talento para que él, individualmente, decidiera el rumbo del encuentro.
Cardona es un crack. En el primer gol nos enseñó cómo golpear de forma perfecta una pelota y en el gol de Funes Mori impartió una clase de técnica al bombearle el balón al portero. Qué visión y serenidad dentro del área rival, este colombiano es diferente de todos.
Referente al futbol colectivo, en el segundo tiempo me dio la impresión de estar viendo un duelo de la Copa Medio X, con dos equipos de Primera A jugando con puros suplentes.
Espero que la mala exhibición vista en la segunda mitad haya sido por la poca exigencia futbolística ofrecida por Dorados.
GANÓ EL MEJOR Tigres es mejor equipo que Jaguares y sin dar un gran partido se quedó merecidamente con los tres puntos.
No fue necesario una gran presentación colectiva y tampoco despliegues individuales sobresalientes como de la semana pasada frente al León para alcanzar su objetivo de traer a casa los tres puntos.
Con orden y paciencia fue suficiente y, pese irse abajo en el marcador, nunca entró en pánico y siguió el plan pactado en los vestidores.
Al final sucedió lo que debía suceder: a lo largo de los 90 minutos Tigres tuvo más la posesión de la pelota, dominó la media cancha y poco a poco se adueñó del juego para darle la voltereta al marcador.
Una decepción tan grande que cegó y llevó al equipo de La Volpe a la desesperación.
Las faltas que derivaron las expulsiones solamente eran reflejos de las frustraciones de los sureños al verse imposibilitados de competir con lo que tenían en frente.
Como deber ser, Tigres fue mejor y ganó, así de simple.
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