En el Santos Laguna ¡15 jugadores dieron positivo para el Covid-19!
¡Más del 38 % de contagiados entre los jugadores revisados!, cuando en México y el mundo entero -realizando los debidos cálculos y haciendo las necesarias proyecciones- el total de contagios no ha llegado al 1% de la población.
Algo increíble, que debe revisarse a fondo, está sucediendo con ese equipo; pero por lo pronto el inusitado caso lagunero sirvió para propinarle a nuestro futbol el golpe artero que varios dirigentes acariciaban de antemano: cancelar, anular el Torneo de Clausura 2020, hacer como que no existieron las 10 jornadas jugadas.
Podían haber optado por una definición del torneo lo más corta posible, separar 15 días para cuando las condiciones lo permitieran y las autoridades de salud lo avalaran, y elegir algunos estadios propicios para que en ellos se jugara a puerta cerrada y cumpliendo con protocolos claramente establecidos.
Podrían haberse jugado las Jornadas 11 y 12, por ejemplo, del 8 al 13 de agosto, para así dar por terminada la Fase Regular y liberar pronto a 10 de los 18 equipos; para después desahogar a un solo partido los duelos de la Liguilla, el 15 y 16 los Cuartos de Final, el 19 y 20 las Semifinales y el domingo 23 de agosto la Gran Final.
En ese caso, en lugar de la aberración de un torneo cancelado, anulado, desaparecido, habríamos hablado de un torneo cumplido y un campeón legítimo; y se hubiera contado con margen de sobra para encontrarle acomodo a las 11 semanas y media que se necesitan para el siguiente torneo si se juega completo, con dos jornadas por semana.
Si el inconveniente principal era el de los contratos de jugadores y cuerpos técnicos, debieron realizar los ajustes correspondientes y permitir que los renovados equipos (con planteles modificados o adelgazados) siguieran jugando a partir de la Jornada 11, en lugar de borrar 90 partidos de un burdo plumazo.
Una errónea decisión que para nada tiene que ver con "priorizar la salud", porque el tema nunca ha sido el de precipitar o no el regreso a las canchas, y de hecho pretenden regresar en julio para iniciar el otro torneo, sin entender que sería mejor cancelar lo que no ha sido en lugar de anular alegremente lo que estaba siendo.
Obviamente no se puede jugar mientras las condiciones no sean propicias y no se cuente con el aval de las autoridades de salud; pero el grave error, la descabellada decisión, el artero golpe, está en decidir que el regreso sea para iniciar otro torneo y no para completar el iniciado.
Si los expertos en la materia dictaminan que no es conveniente jugar durante el resto del año, que para nada se juegue; pero cualquier regreso debió ser para concluir primero lo que fue truncado, y no para depositar en la basura lo ya jugado.
Incluso en un escenario pesimista, si se considerara conveniente esperar CINCO meses para reanudar, noviembre y la mitad de diciembre hubieran bastado para completar las 17 jornadas y jugar la Liguilla del torneo inconcluso, que ya no hubiera sido el "Clausura" ni el "Apertura", sino simplemente el "Torneo 2020", como referencia y parteaguas: el futbol antes y después del coronavirus.
Con los jugadores sin voz ni voto, los geniales dirigentes desperdiciaron esa oportunidad.
A ver si para la siguiente.
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