Este verano se ha comprobado el bajo nivel futbolístico de nuestro continente. Atrás quedaron los tiempos de las poderosas Selecciones argentinas y brasileñas que competían por el título mundial.
Seguidos de cerca por la siempre complicada Uruguay. Vemos también a una bicampeona de América, Chile, que comienza a hacerse vieja. Mientras que la Selección de Colombia no termina por consolidarse.
En Concacaf, Estados Unidos no asistió a Rusia 2018 y en Copa Oro sufrió con una impetuosa, pero modesta Curazao. Costa Rica y México pasan por una renovación y no sabemos si saldrán bien librados de ella.
El futbol moderno es cada vez más físico y exige mayor disciplina y compromiso por parte del futbolista. Esto ha afectado a los países americanos; a quienes no les basta el talento como en otros años. Por cultura, e incluso hasta por genética, las Selecciones europeas tienen ventaja en ese rubro.
La prueba es que Argentina y Brasil ganaron tres Mundiales entre 1986 y 2002, pero en las últimas cuatro ediciones, sólo Argentina -con Messi en gran momento-, fue subcampeona en 2014. Siete finalistas europeos y los cuatro títulos para el Viejo Continente.
América se extingue y parece lejano un resurgimiento.
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