En la cancha el juego y en la mesa la burla.
En los alemanes lares, en el partido más importante que se ha jugado en el mundo en los últimos 75 días, ayer el Bayern Múnich obtuvo a domicilio y a puerta cerrada -a costillas del Borussia Dortmund- una victoria que lo ubica en el umbral del título.
Para fines prácticos, con seis jornadas por jugarse y siete puntos de ventaja, ese triunfo le garantiza a la poderosa escuadra muniquesa su octavo título de liga consecutivo y trigésimo en su rica historia.
Mientras tanto, en nuestros mexicanos lugares, los incomparables hombres de pantalón largo siguen haciendo y deshaciendo con nuestro futbol a su antojo.
Del artero golpe de abolir descenso y ascenso pasaron a cancelar de un plumazo el "Clausura 2020", para nada pensando en la salud de nadie, sino en renegociar y ajustar contratos con jugadores, técnicos, patrocinadores y televisoras, para después apresurar el regreso en julio con el "Apertura 2020" y tratar de desahogar sus 23 jornadas (17 de la Fase Regular y seis de la Liguilla); en lugar de ampliar el receso y regresar en septiembre u octubre para cumplir solamente con las siete jornadas y la Fase Final que le faltaban al torneo burdamente cancelado.
Y ahora, para seguir aprovechando la inquietante pandemia que tiene a la mayoría preocupada con asuntos de vital importancia, los inefables dirigentes están por asestar otro contundente golpe, ahora en Morelia, en una magnífica plaza que de la noche a la mañana pretenden borrar del mapa futbolístico.
Como se trata de uno de los dos televisivos dueños que mandan en el futbol mexicano, a nadie se le ocurre siquiera chistar. Puede hacer con su franquicia lo que quiera, se beneficie o no con dinero del erario estatal que debería utilizarse en otras cosas.
Como siempre, la enorme distancia entre el maravilloso futbol que se juega en las canchas y los lamentables jueguitos que proliferan en las mesas.
De lo que magníficos futbolistas son capaces de hacer en cada partido de las grandes ligas, a lo que en la mexicana siguen haciendo sus patéticos dirigentes para frenarla, para sobajarla con sus enjuagues y componendas, para zarandearla con total impunidad ante la pasividad de jugadores que no cuentan con la voz ni el voto para impedir tales manejos porque carecen de la necesaria conciencia de gremio y la indispensable solidaridad para defender sus intereses y hacer valer sus derechos como principales protagonistas del juego.
Por si no fueran suficientes las vergüenzas, en su momento los "honorables afifiados" se encargaron de sugerirles a los mandamases de la Liga MX que recapacitaran, que trataran de respetar como se debe el mecanismo del ascenso-descenso y que cuando puedan erradiquen la nociva multipropiedad. O sea, que por favor su desempeño y sus decisiones de preferencia se produzcan en el marco de la más elemental decencia deportiva.
De la transparencia de la cancha, a las turbiedades de la mesa.
Ojalá que en México no tarde mucho en regresar la primera... para ya no entretenernos tanto con las segundas.
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