Esta buena historia de amor se sitúa en un lugar especial; la portería del equipo de Coapa.
Fue el 15 de febrero del 2004 que el técnico de las águilas, Leo Beenhakker, echa mano de un juvenil de 18 años quien tenía la encomienda de suplir bajo los tres palos a Adolfo Ríos, ese era Guillermo Ochoa. Todos auguraron un prometedor futuro para él.
En el clausura 2005 siendo ya titular, bajo el mando de Mario Carrillo y arropado por una de las generaciones de oro del equipo azulcrema, es que el guardameta levanta su primer título profesional.
Su calidad es indiscutible, tanto que ha sido considerado para participar en los últimos 4 Mundiales, consolidándose como el titular indiscutible en Brasil y Rusia.
Se convirtió en el primer portero mexicano en jugar en Europa pasando por Francia, España y Bélgica, llevándose el reconocimiento de afición, compañeros y rivales.
En este binomio, también volvieron los buenos tiempos en Coapa: La anhelada Liga 13 llegó a las vitrinas, y el florecimiento de un excelente plantel que pronto dejó una portería sin dueño; la súplica fue al unísono: Ochoa.
Hay jugadores que se entregan por completo al escudo que defienden, así compran la inmortalidad en la consciencia de la gente, y hoy, ese inmortal vuelve al equipo de sus amores... ¡Ochoa, bienvenido a casa!
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