La victoria de los Patriotas tiene un mérito enorme y por ningún motivo puede ser menospreciada. Nunca antes un equipo había ganado el Super Bowl tras haber estado abajo por más de 10 puntos, y mucho menos, luego de tener una desventaja de 25 puntos a la mitad del tercer cuarto.

Y si bien es justo y necesario señalar las virtudes de la escuadra de Bill Belichick en su ruta rumbo a la conquista del trofeo Vince Lombardi por quinta vez, también es importante señalar los costosos errores cometidos por Atlanta que abrieron las puertas para el histórico regreso de Nueva Inglaterra.

Tom Brady terminó ganando el MVP y rompiendo la marca de más pases lanzados y más yardas por aire en la historia del Super Bowl, porque a partir del tercer cuarto su equipo se quedó sin margen de error, entre otras cosas, luego de haber sufrido un "pick-six" en la recta final de la primera mitad.

Aun así, la forma en la que condujo las dos últimas ofensivas en el tiempo regular para forzar el empate, y la marcha de la victoria en tiempo extra, son un ejemplo de porqué tendría que ser considerado el mejor mariscal de la historia.

Sin embargo, hubo dos o tres instancias en donde Kyle Shanahan se olvidó de la ley de probabilidades y de la situación del partido, y echó a perder lo que hubiera sido el final perfecto de su carrera como coordinador ofensivo en Atlanta. Con ventaja de 16 puntos, en tercera oportunidad y una yarda por avanzar, Shanahan mandó a Ryan a pasar. Una falla en el bloqueo de Devonta Freeman permitió una captura y un balón suelto que Brady convirtió en ocho puntos para hacer del partido un duelo de una sola posesión.

En la ofensiva siguiente, tras una jugada de largo yardaje con Freeman y una atrapada increíble de Julio Jones, los Halcones estaban en condiciones de intentar un gol de campo relativamente corto con menos de cinco minutos en el reloj. Matt Bryant pudo haberle puesto hielo a la victoria tras tres acarreos de la ofensiva, pero en segunda y largo Shanahan decidió tirar de nuevo y ése fue el principio del fin. Matt Ryan fue capturado atrás de la línea y, luego de un castigo, los Halcones se vieron obligados a despejar.

En ese momento Brady olió sangre y no perdonó, pasando a la historia con su quinto título de Super Bowl y su cuarto premio MVP. Sin embargo, pasará mucho tiempo antes de que los aficionados en Atlanta olviden que un par de malas decisiones pudieron haberles costado el ansiado título que llevan toda una vida esperando.

 
 
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