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En el ojo del huracán
José Pablo Coello | 26-02-2019
en CANCHA
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Cada vez que alguien quiere restarle méritos a los logros deportivos de los Patriotas en la Era de Belichick y Brady, los casos "Spygate" y "Deflategate" son los argumentos más socorridos. Aunque es evidente que ninguno de esos dos episodios le dio a Nueva Inglaterra una ventaja sustancial o determinante con respecto a sus rivales, el hecho de haber sido declarados culpables por la NFL y recibir castigos ejemplares, ha sido motivo suficiente para restarle crédito a lo conseguido por esta organización durante los últimos 18 años.

Hoy, tan solo unas semanas después de haber ganado su sexto título de Super Bowl, el equipo campeón de la NFL vuelve a verse involucrado en una controversia extra cancha. Sin embargo, esta vez el escándalo no tiene que ver ni con Belichick o con Brady, sino con Robert Kraft, dueño del equipo. Kraft es uno de los propietarios más respetados de la Liga no sólo debido al éxito que ha conseguido al frente de los Patriotas, sino también gracias a su valiosa participación en las negociaciones con las televisoras tenedoras de derechos, y a su relación cercana, aunque a veces conflictiva, con el comisionado Roger Goodell.

A la espera de que las autoridades del estado de Florida concluyan su investigación y determinen si Kraft es culpable de haber pagado por servicios sexuales en un establecimiento cuyos dueños han sido acusados de tráfico de personas, la NFL tiene la obligación de tomar una decisión que sea congruente con su política de cero tolerancia ante el abuso y el mal trato a la mujer. Y es que los dueños, al igual que los jugadores y los entrenadores, tienen la obligación de ajustarse al reglamento que castiga toda aquella conducta negativa para la imagen de la Liga.

Roger Goodell no podrá mirar hacia otro lado, y tomando en cuenta la sanción que se le impuso hace algunos años a Jim Irsay por conducir en estado de ebriedad, una suspensión de 6 partidos sería lo menos que podría en el caso del señor Kraft.

En principio, este conflicto no debiera afectar al equipo de Nueva Inglaterra desde el punto de vista competitivo. Kraft ha sabido delegar en Bill Belichick todas las decisiones de carácter deportivo, además de que su hijo Jonathan cada vez está más cerca del manejo diario de la institución.

Aun así, este podría ser un golpe irremediable a la reputación del dueño de un equipo extraordinariamente exitoso que nuevamente está en el ojo del huracán.

 
Twitter: @JosePabloCoello
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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