Y al final, América fue para los europeos.
Con dos países que acumulaban cinco Copas del Mundo y 12 Finales, el último capítulo lo selló quien desde ahora comparte junto a Italia el título nobiliario de tetracampeón.
A lo largo del torneo quedó plenamente demostrado que era el equipo de Löw el que tenía más recursos, más equilibrio, más repertorio y mejores futbolistas aportando un amplio manual de soluciones para definir los partidos.
El hecho de que un defensa como Hummels, un volante como Khedira, un enganche como Özil y cuatro diferentes delanteros como Götze, Klose, Müller y Schürrle terminen marcando en la portería rival sólo nos confirma que las individualidades jamás deben ser más importantes que el resto.
En la cronología del futbol, Alemania nunca se ha caracterizado por tener al mejor futbolista del momento, a un Rey Pelé, a un Dios Maradoniano o a una "saeta" como Di Stéfano.
Después de vivir las atrocidades nazis, los alemanes aprendieron la lección y renunciaron al complejo humano de coronar individuos.
La cultura de quienes ya fueron vencidos en dos guerras mundiales los ha llevado a mantener las tendencias negativas bajo control.
Su selección de futbol históricamente se complementa entre sí, donde el total siempre ha sido mayor que la suma de las partes.
Por algo en los últimos 16 Mundiales los alemanes han alcanzado ocho finales (otro peculiar registro que también sobrepasa a Brasil).
Por otro lado, debemos reconocer que Argentina, con recursos más limitados, sobre todo tras la lesión de Di María, lejos de ceder la iniciativa y apostar a su defensa, que llegaba con tres goles en contra, se plantó en Maracaná con el arrojo de quien también ostenta dos títulos mundiales, pero sin la eficiencia para aniquilar a Neuer en tres mano a mano.
Aunque fue decisivo en la fase de grupos con sus goles, Lionel Messi perdió con una prolongada apatía la oportunidad de cerrar el círculo que jamás un "Dios del futbol" ha podido cerrar: campeón del mundo, de la Champions y olímpico.
Pero la realidad fue otra y Leo prefirió que Mascherano fuera el líder de la manada, como lo apuntó antes del juego Schweinsteiger.
El orden defensivo y sacrificado de jugadores no tan famosos como el discípulo de Sabella en Estudiantes de La Plata, Marcos Rojo, o Lucas Biglia, que reemplazó a Gago desde los Octavos de Final, sumado al trabajo de Enzo Pérez y Demichelis, aportaron los kilos de dignidad que colocaron muy cerca a los argentinos de su anhelado tricampeonato.
De mi parte, sólo me queda dar gracias porque el futbol aún es espectacular. ¿No cree usted?
PD: "El talento gana juegos, pero el trabajo en equipo y la inteligencia gana campeonatos". Michael Jordan.
Lo escrito, escrito está.
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