"Dicen que Roma no se hizo en un día. Pero yo no estaba dirigiendo aquel trabajo", Brian Clough (1935-2004), entrenador inglés.
Quiero entender que fue el empate con Brasil en Fortaleza, junto al #NoEraPenal frente a Holanda, lo que encendió la extraña idolatría social conocida como "Piojomanía".
Dieciocho meses después, Ricardo Ferretti alcanza la misma veneración popular, gracias al empate con Argentina y la emocionante victoria de 3-2 sobre los "soflameros" vecinos del norte que, hasta hace dos días, tenían en su poder la supremacía de la zona.
A lado de éste delirio que poseen los mexicanos por el entrenador nacional en turno, la designación del colombiano Juan Carlos Osorio, sin duda, arrancará con todo en su contra. ¿Pero, estaremos haciendo el análisis correcto? ¿Recae en la figura de una sola persona, en éste caso el director técnico, el hacer potencia mundial a todo un país?
Una jugada, un poste, una abanicada, una atajada, un penal a favor o uno en contra y la posibilidad de ser erigido como héroe nacional se esfuma. Alrededor de todas éstas recurrentes circunstancias, yo les pregunto: ¿qué tanto influye un entrenador?
En Brasil, por ejemplo, los anfitriones estrellaron a quemarropa por lo menos dos remates en la cara de Ochoa. En Pasadena, Paul Aguilar logró de volea la excitante reubicación de nuestro futbol.
En contra, Maxi Rodríguez nos hizo lo mismo en el primer tiempo extra del cuarto partido en el Mundial del 2006. En Sudáfrica 2010, Osorio se enredó con el balón que acabó en gol para los argentinos.
Aquí en el Universitario, en 1986, nos anularon un tanto por falta inexistente frente Alemania. Bueno, ¿qué decir del penal que nos regalaron frente a Bélgica en 1970 y que gracias a la ejecución del "Capi" Peña México alcanzó su máxima clasificación en un Mundial (sexto general).
Así se escribe la historia. Maxi le quitó injustamente notoriedad a La Volpe, el árbitro argentino Coerezza se la regaló en 1970 a Raúl Cárdenas, el árbitro colombiano Díaz Palacios se la quitó a Bora en 1986, el rostro apabullado de Guillermo Ochoa encumbró al "Piojo" Herrera, de la misma forma que la volea de Paul Aguilar engrandeció el magnifico interinato del "Tuca" Ferretti. ¿No cree usted?
Señores, esto es futbol. Aquí hay héroes o culpables para repartir. Usted escoja al suyo y sólo aguarde el momento preciso para adorarlo u odiarlo. Un loco ve lo que ve.
"Teníamos un buen equipo en el papel, pero lamentablemente al futbol se juega en el césped", Brian Clough.
Lo escrito, escrito está.
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