La próxima semana inicia el Torneo de Apertura 2019 de la Liga MX.
Ahora con 19 participantes, por obra y gracia de dirigentes que han hecho y deshecho a su antojo en el asunto de los descensos, ascensos, franquicias y similares.
Como preámbulo de ese inicio, mañana se enfrentan los Tigres y el América con el título de Campeón de Campeones 2019 en disputa; cosas del negocio del futbol y la maquinaria del dinero que no cesa.
Dos equipos que junto con el Monterrey pueden presumir de contar con los mejores planteles en el futbol mexicano, y que sin embargo son impredecibles en cuanto al nivel de juego que exhiben de partido a partido -ya no digamos en el arranque de un torneo-, al igual que el resto de los competidores en nuestra mexicana Liga.
Es ése uno de los peculiares encantos de la Liga MX: lo impredecible del resultado en cada partido, porque también lo es el desempeño de cada equipo.
Ese encanto de lo impredecible lo propician primordialmente 2 factores opuestos: el bienvenido equilibrio de fuerzas que prevalece en el futbol mexicano y la inquietante inconsistencia en el desempeño de los equipos.
No hay uno solo de los contendientes (ahora 19) que realmente garantice un mínimo de rendimiento al inicio de esta competencia y en cada jornada.
En el caso de estos 2 más recientes campeones, el América y los Tigres, puede apostarse pero no asegurarse que en este Apertura 2019 volverán a estar entre los más firmes candidatos al título.
Es cierto que el poderío de ambos tampoco es tanto como para imponerse siempre, pero si al hecho de contar con un sistema de juego definido y una buena dirección técnica se le añaden planteles evidentemente más poderosos que los demás, lo que estos equipos sí deberían garantizar es un mínimo de nivel de rendimiento en todos sus partidos, que obligara a cada uno de sus adversarios a desplegar su máximo para aspirar a librarla al enfrentarlos; y sin embargo, de antemano sabemos que para nada es ni será así.
A pesar del incuestionable poderío y del pleno dominio de una forma de jugar, ha sido demostrado hasta la saciedad que tanto los Tigres como el América son igualmente capaces de golear al más pintado como de perder ante el más descolorido. Y por lo tanto al medirse entre ellos, por supuesto, puede pasar cualquier cosa.
Ciertamente, en el futbol haces y dejas de hacer en función del rival que tienes enfrente, pero una cosa es transitar del triunfo al empate o la derrota semana tras semana, y otra muy distinta es pasar de las sublimes a las desastrosas exhibiciones, deteniéndose a veces en las discretas actuaciones.
¿Tendrá su origen esa inconsistencia de los equipos mexicanos en la falta de profesionalismo, de cultura deportiva, de capacidad para entender que el propio prestigio debe defenderse en cada partido jugado, en cada balón disputado, en cada jugada realizada?
Así parece.
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