"Es algo que no se debe hacer, obviamente. Es un compañero que está jugando para otro equipo... le pedí disculpas a Álvaro, no está bueno hacer lo que hice, pero era lo único que me quedaba por el equipo. Intenté hacer otras cosas pero no llegaba, es muy rápido el jugador. Estoy feliz por el título, cómo no voy a estarlo! Pero me queda esa espinita por lo que hice".

Estas fueron las palabras de Federico Valverde tras ganar el título de la Supercopa española en Arabia Saudita el pasado fin de semana, ante el Atlético de Madrid. Su acción de último recurso para impedir la anotación de Morata, al 115', no generó tanta polémica como su nombramiento de jugador más valioso en esta Final, que ganó Real Madrid en penales.

La polémica se centra en un solo tema: ¿No es incongruente reconocer como jugador más valioso de un partido, al futbolista que cometió una artera falta para impedir la anotación?

No estoy en contra de la distinción que recibió este formidable mediocampista uruguayo casi juvenil, porque para un servidor esa acción sacrificada, fue la culminación de un excelente partido para Valverde. Ese es el futbol que yo veo: el que utiliza cualquier recurso válido para ganar. Pero... voy más allá: en tiempos donde el Fair Play adquiere más y más importancia, en tiempos de tanta sensibilidad ¿Qué lección queremos dar a los millones de niños que observan ese partido? ¿Promocionamos, transmitimos y comentamos un futbol de resultados o tenemos el compromiso de potenciar un futbol formativo a la par?

El propio Valverde, en sus declaraciones siente que el triunfo y su trofeo personal llevan una mancha, por lo que sintió la necesidad de disculparse.

¿Recuerdan la mano de Luis Suárez, sobre la línea de gol, durante los Cuartos de Final de Sudáfrica 2010, ante Ghana, en los últimos segundos de los tiempos extra? Hubo mucha gente indignada tras la eliminación de la última Selección africana en esa Copa del Mundo y el dedo acusador apuntó al goleador del Barcelona. Pero nada que protestar: se decretó el penal, se expulsó a Suárez, Asamoah Gyan desperdició la oportunidad de ganar ese juego. Se hizo lo correcto reglamentariamente, aunque se piense que hubo injusticia.

Al final de cuentas hay un castigo para cada falta y Valverde, como Suárez y todo jugador que da una patada similar o comete una mano en condiciones parecidas, recibieron la tarjeta roja.

A sus 21 años, Valverde ya es titular en el Madrid. En un equipo donde los extranjeros llegan ya consagrados, este chico se abrió camino y, aun con la inhibición propia de la edad, enfrenta a la prensa con absoluta sencillez y respeto. Surgido de un futbol y un país donde se madura muy rápido, este volante de contención pronto será padre de familia, en un año donde le ha llegado tanto, que difícilmente tenga espacio. De entrada, su gesto de humildad en la conferencia de prensa, tras ganar la Supercopa, es una excelente noticia para quienes piensan que el fair play fue pisoteado ese día en Arabia Saudita.

 
 
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