Partido tras partido el futbol mexicano miraba con detenimiento la siguiente presentación de Veracruz en la Liga MX... un juego más sin ganar, un récord nuevo y una crisis sin precedentes que difícilmente volveremos a ver. La prisa por ganar era enorme. Pero dentro de este fenómeno ampliamente analizado, existía paralelamente un caso que a todos conmovía: la primera victoria del arquero Sebastián Jurado en Liga y/o Copa. Sin duda era sumamente dramático e injusto que un arquero de Selección Nacional Sub 23, novato de la temporada pasada y potencialmente seleccionado mayor, fuera incapaz de celebrar, experimentar y vivir lo que para cualquier otro colega representa casi una rutina. La ausencia de lo normal pasó a ser urgencia.
Los sueños de un niño que pretende ser futbolista pasan por el día del debut, jamás se cuestiona la primera victoria. Jurado no solamente nació en Veracruz, sino incluso creció visitando el Estadio "Pirata" de la Fuente y, mientras soñaba con defender la portería de los Tiburones, recogía balones detrás de la portería del arquero en turno. El se visualizaba en esa portería, el resultado, en esos momentos, era lo de menos, pero jamás pensó que una victoria sobre Puebla 1-0 de la Jornada 16, en el último lugar de la Tabla, le haría llorar de felicidad por sentir algo tan extraño que es la victoria.
Recuerdo que a principios del año 2000 rompimos una larga racha sin ganar con el Atlante. Cada jornada la nostalgia y el recuerdo de un simple festejo por tres puntos incrementaba, hasta que por fin, una tarde de domingo llegó, no sin sufrimiento, la victoria contra Toros Neza. Terminó el juego y el recorrido del campo fue distinto, lento, sin prisa, igual que la entrada al vestidor, la ducha y el regreso a casa. Todo era gozo. Esa misma noche escribí mi único artículo en rima que titulé "Sin prisa"... "No me apresuren que también de esto se trata el deporte: de ganar. No me apresuren que en la competencia se debe triunfar, no solamente participar, y hoy, por fin, la victoria tiene un lugar... Con calma que lo quiero disfrutar, no me interrumpan que acabamos de ganar. No aceleren nuestro abrazo, no interrumpan estas voces, porque nadie quiere mencionar y nadie quiere recordar, que hemos evitado otro fracaso... arrojamos los vendajes, nos reservamos el derecho de admisión hacia la inhibición, somos todo oídos y todo voces, pronunciamos cualquier prosa y escuchamos cualquier cosa. La música nos acompaña con mayor volumen que antes del partido, para conectar cada latido, una vez que la intención era motivar, pero ahora es festejar".
Sebastián debió esperar 34 partidos de Liga y 2 de Copa para conocer lo que es un triunfo en Primera División. El prolongado plazo se cumplió y la prisa de inmediato disminuyó. Hoy el arquero de Veracruz ya conoce, en menos de 40 partidos, lo que la mayoría en 2 vidas no experimentará.
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