A lo largo de los torneos me he reforzado con diversos jugadores. Unos han estado poco tiempo, pero lo han entregado todo; otros han llegado para quedarse.
¿Pero qué espero de ellos? Mis jugadores deben estar ahí, festejando cuando se gana, pero, sobre todo, deben estar cuando se pierde, reflexionando, porque en ese momento es cuando el equipo más los necesita.
Te preguntarás si mi equipo es de Ascenso o de Primera.
¡No lo sé! Hay días en los que somos de Ascenso y otros en los que somos uno de Primera, pero siempre, un equipo.
¡Y qué decir de los técnicos! algunos han tratado de mejorar la institución, con propuestas y tácticas excelsas, sabiendo cuales son nuestras virtudes, pero estando conscientes de nuestros defectos y aceptando el paquete con ambas vertientes.
Nuestra afición es cómo la de muchos equipos; tenemos los hinchas de hueso colorado que están en el estadio se gane o se pierda, y los fanáticos de ocasión, esos que ganan con nosotros, pero que cuando se pierde salen de la ecuación.
Después de varios torneos algo me queda claro; quien quiera ser parte de mi equipo debe darlo todo y jamás subestimar al rival.
Y aunque el equipo somos todos, ningún integrante estará, jamás, por encima de la institución.
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