Un ejemplo. Las tablas gimnásticas que los profesores de educación física montaban en antaño con los alumnos de grados básicos eran algo más que un evento estético para un festival. Aquellos ensayos conllevaban disciplina, ejercicio y esfuerzo con base en la práctica de motricidad gruesa, ritmo y coordinación grupal.
En la actualidad, la clase de educación física, en un gran porcentaje de escuelas públicas y privadas, se limita a una hora por semana, sesión en la que "calientan", corren sin un objetivo claro y rematan con un partidito de futbol o de basquet. Si tienen hijos en primaria, pregúntenles cómo es su clase de deportes.
El resultado es que los chicos (sin contar a quienes desde temprano tienen los medios y apoyo familiar para practicar alguna disciplina fuera de la escuela) llegan a la educación media superior con deficiencias en habilidades motrices que deben desarrollar desde la etapa preescolar, como correr, saltar o lanzar; su velocidad de reacción es lenta y su lateralidad, confusa.
Recuperar la calidad de la educación física en la educación básica, como parte de la formación integral de las niñas y los niños, propiciará individuos más sanos que tengan la capacidad física para que, si así lo desean, practiquen una disciplina hasta convertirse en prominentes deportistas nacionales o simplemente para enfocar su tiempo de ocio en una actividad que puede alejarlos de vicios y violencia, un círculo virtuoso que el País requiere.
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