El ranking de FIFA, que para mí es una simple estadística, no muestra la realidad futbolística de cada Selección.
La Selección Mexicana goleó anoche 6-0 a Cuba, pero si le hubiésemos ganado a los cubanos 1-0, con un penalti inexistente y jugando un futbol espantoso, para FIFA el Tri sería acreedor a los mismos puntos que si se hubiese vencido a Estados Unidos 7-0 dando una cátedra de futbol.
Partiendo desde este punto, lo que arroja esa ineficiente y confusa forma de "rankear" a las selecciones mundiales, en mi particular forma de pensar, es una gran mentira.
Pero para muchos mexicanos el ranking de la FIFA sólo es una aberración cuando México aparece entre las primeras 10 mejores selecciones del mundo.
El miércoles pasado salió la nueva lista "Fifera" y luego del ridículo papel en la Copa America, con el equipo reserva, aparecemos hasta atrás, como cola de perro.
Como por arte de magia, lo que era una aberración de FIFA, colocar a México en los primeros lugares del mundo, se convirtió en un escándalo nacional y en un motivo para criticar el futbol azteca.
Si en FIFA nos consideran buenos, no le creemos, y si nos consideran malos, además de creerles nos autodestruimos.
Un poquito menos de malinchismo tal vez nos haría ver lo que es nuestra realidad. No somos tan buenos para creer que somos merecedores de estar entre las mejores selecciones del mundo, pero tampoco tan malos para estar en el lugar 40, por debajo de Albania, Irán y Senegal, entre otras. Ese ranking es una mentira.
Lo que no fue una mentira fue la paliza que México le pegó a los cubanos.
Con su credibilidad por los suelos, el seleccionador mexicano Miguel Herrera arrancó el torneo en una posición complicada, con la obligación de ganar la Copa Oro y convencer a todo un país que su trabajo va más allá de simples promesas y excusas.
Desde su arranque, esta Copa ya ha mostrado sus distintas cartas de presentación: dos fuertes candidatos al título, unos cuantos coadyuvantes y los cubanos.
Los nuestros no tuvieron piedad anoche y cumplieron con su obligación: golearon, como tenía que ser.
Aplaudí la goleada, pero debo omitir mi razonamiento en cuestiones de una verdadera y sólida mejoría futbolística.
Creo que cometeríamos un error confiar en lo que vimos porque los perfectos movimientos tácticos, creatividad, variantes y efectividad ofensiva fueron facilitados por la incapacidad, incompetencia y hasta inocencia de un equipo amateur que no tiene nada qué estar haciendo en la Copa Oro.
Aplaudo a los nuestros, pero tomaré este encuentro como una preparación de bajísima exigencia, como lo fue.
Todo con equilibrio: no somos tan malos como nos muestra el ranking de FIFA y tampoco tan buenos como nos vimos ante Cuba.
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