" La gran victoria que hoy parece fácil fue el resultado de pequeñas victorias que pasaron desapercibidas". ("El Manual del Guerrero de la Luz", Pablo Coelho).
La mayoría de los entrenadores aplican el sentido común, hacen de la necesidad virtud y plantean sus partidos como un acto de fe, sobre todo si enfrentan a un rival como los Tigres, que monopolizan el balón desde que salen del hotel.
Al terminar los primeros 45 minutos, como era de suponerse, Tigres dominó de principio a fin: 11 disparos contra sólo uno del local, 215 pases acertados por apenas 87, 64 por ciento de posesión frente a 36, cuatro claras opciones de gol y nulas intervenciones de Guzmán, aunque el Toluca con el 0-0 ganaba.
Pero como el futbol siempre espera situaciones críticas para mostrar quiénes tienen un lado brillante, los goles aparecieron. A diferencia del Toluca, los Tigres fueron excelentes en el control, mejor en la conducción, desequilibrantes en el regate, imposible de defender.
Aquino, al igual que Damián, percutieron por su flanco izquierdo, mientras que por la derecha ensanchaba el espacio Damm y luego Guerrón. En el centro, Sobis, Gignac y Dueñas tuvieron oportunidades frente a Talavera. El arte de abrir la cancha dio resultados, los extremos volvieron a marcar.
¿Las cuerdas que están siempre tensas terminarán desafinando? No necesariamente. Tigres marcó dos goles, Tigres reafirmó que su idea funciona, Tigres también embelesa, cautiva, domina y hasta intimida a los rivales.
Señores, el jueves hay Final en el Universitario, circunstancia que empieza a hacerse costumbre y no por casualidad.
Cuatro horas antes, los Pumas festejaron su pase como la más rotunda de las victorias después de sufrir con 42 peligrosos tiros en la portería del "Pikolín" Palacios.
Hay partidos que futbolísticamente se escapan al control de cualquier entrenador y los 180 minutos que duró esta serie, donde el América mostró una marcada indisciplina con hasta cuatro expulsados cuando tenía completo control de la acciones, no dejan bien parado el supuesto liderazgo de Ignacio Ambriz.
El canto de "¡Cachún cachún ra ra!" enmarcó el resultado final de 4-3. Pero al igual que durante las 17 jornadas clasificatorias, el equipo de Memo Vázquez sólo necesitó de siete disparos dentro del área, siete de afuera y 421 pases acertados para marcar cuatro goles a lo largo de 180 minutos. Con este resultado, el futbol nos vuelve a recordar que ganar no es sinónimo de jugar bien. ¿No cree usted?
A Tigres los hice favoritos desde la jornada uno, al empezar la Liguilla y, con más razón, ahora que sólo les faltan dos partidos para ser campeones.
PD. "En la vida, cada final es sólo el principio de otra historia". (Julian Barnes, novelista británico).
Lo escrito, escrito está.
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