Los primeros 90 minutos del Clásico Regio fue todo lo contrario de lo que imaginé.

En verdad, no esperaba un encuentro con tantas variantes, errores, aciertos, por momentos abierto, con un Tigres muy propositivo, que para su mala fortuna se topó con un Monterrey tan implacable, como lo fue en la temporada regular.

Lo que sí yo tenía contemplando era que en la portería podría estar el villano o el héroe y Jonathan Orozco fue la figura del encuentro dejando con ganas de festejar goles a los atacantes rivales en muchas ocasiones.

Mientras que Orozco se agigantaba haciendo todo perfecto bajo los tres postes blancos, Nahuel Guzmán, fuera del área, insistía en lucir su pobre calidad técnica con los pies y ponía a trabajar horas extra a su ángel de la guarda, que lo salvó de otro ridículo, bueno, el ridículo lo hizo, pero Cardona falló su disparo a la portería abierta.

Es inexplicable cómo permiten, tanto su directiva como el cuerpo técnico felino, que el argentino siga colocando en riesgo los partidos sin que nadie le diga o le haga nada.

¿En dónde está el "Tuca" exigente que todos dicen? O será que las figuras están exentas de esa exigencia.

Recuerdo que por mucho menos acribillaron y corrieron a Óscar Dautt.

En lo colectivo, los Tigres jugaron un muy buen partido, pero la falta de efectividad ofensiva, un problema recurrente en esta temporada, otra vez puso en jaque al equipo de Ferretti.

Ahora, con una losa muy pesada, los felinos están obligados a meter como mínimo 3 goles como visitante y no se enfrentarán al Cruz Azul.

La otra cara de la moneda nos enseñó el ataque rayado: llegó poco y anotó tres goles.

Habiendo sido visitante engrandece su logro frente al arco rival y lo pone en una posición sumamente cómoda, que bien manejada yo la consideraría prácticamente definitiva.

Con unos Tigres obligados a ser lo que no han sido en toda la temporada y un Monterrey con espacios para hacer lo que mejor hace, la historia de este encuentro cambia radicalmente.

Espero ver el segundo tiempo de ese Clásico de Liguilla todavía más espectacular de lo que fue el primer, pero ya no con unas expectativas tan reservadas.

A "Tuca" le resta prender una veladora y pedir a los dioses del futbol que le enderecen la mira a sus delanteros.

A Mohamed le toca trabajar en lo metal de sus pupilos, convencerlos de que eso no está definido y, si así lo entienden, estarán del otro lado.

Además de mis expectativas también sufre modificación mi pronostico anteriormente precavido, tendremos muchos goles, más de los que hubo en los primeros 90 minutos.

Qué así sea.

 
 
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