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¿De qué lado estás?
José Pablo Coello | 22-09-2019
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La relación entre los dueños y los jugadores de la NFL nunca ha sido fácil. Los propietarios, miembros de una minoría privilegiada, consideran, con algo de razón, que es gracias a ellos que la Liga se ha convertido en uno de los organismos deportivos más exitosos a nivel mundial. Por su parte, quienes se juegan el físico semana a semana sobre el terreno de juego, son también, en su mayoría, integrantes de otro grupo minoritario. El deporte les dio una oportunidad de salir adelante, y con justa razón argumentan que, gracias a su capacidad atlética, a su talento y a su popularidad, el negocio ha crecido de forma exponencial en los últimos años.

Por tal motivo, los jugadores siempre han buscado mejoras en el contrato colectivo de trabajo, y en más de una ocasión, las negociaciones han desembocado en un paro laboral. En pocas palabras, ellos quisieran ser vistos como socios en el negocio, mientras que la visión de su contraparte, es radicalmente distinta. Para el exclusivo club de billonarios que conforman los dueños, los jugadores son simple y sencillamente sus empleados. Piezas fácilmente sustituibles y desechables, con una vida útil muy corta y que a pesar de cobrar sueldos que el común de los mortales solo se atrevería a soñar, enfrentan una oferta limitada de puestos de trabajo. De hecho, la Liga tiene la ventaja de poder operar, con autorización del gobierno, como una especie de monopsonio.

Es por ello que, cuando se analizan los casos de jugadores como Le´Veon Bell, Antonio Brown y Jalen Ramsey, por citar solo algunos de los más recientes, habría que tomar en cuenta la complejidad de la relación entre dueños, directivos y entrenadores con sus jugadores. Lo más sencillo, sobre todo para los fanáticos de los equipos que perdieron a jugadores estelares, es criticar a Bell, Brown, Ramsey y compañía, por negarse a cumplir con su contrato.

Sin embargo, es importante señalar que, a diferencia de lo que sucede en Grandes Ligas, por ejemplo, la enorme mayoría de los contratos en la NFL no están totalmente garantizados. Es cierto que los acuerdos se pactan por un tiempo y monto definidos, pero la puerta siempre está abierta para despedir a un jugador sin pagarle el total de su contrato, si se presenta una lesión, una baja de juego, o por un cambio de entrenador o de gerente general.

En medio de los festejos por su primer siglo de vida, la NFL enfrenta una larga lista de retos para mantener su hegemonía. Sin embargo, la tensa y distante relación entre los viejos dueños y una nueva generación de jugadores, podría convertirse en un elemento de riesgo que comprometa la viabilidad del negocio de cara al futuro.

 
 
Twitter: @JosePabloCoello
 
 
 
 
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