Durante un comercial reciente de televisión, una pareja se encuentra en un restaurante especializado en cierta mezcla de sabores. Al recibir el platillo, se dan cuenta que la fusión que les ofrecieron en el menú, en realidad no existe, ya que cada sabor e ingrediente vienen por separado. Al preguntar sobre la fusión ofrecida en el menú, el capitán les responde: "La fusión se da en su estómago".

Las uniones tienen como objetivo complementarse, no solamente juntarse. Las alianzas van enfocadas a depurar, no a debilitar. Y es por lo mismo que, cada vez que termina un torneo, los equipos realizan cambios, simplemente porque los objetivos se renuevan y van de acuerdo a los presupuestos y las metas trazadas.

Y es que sí, en realidad, cierta comida, por más distinta que parezca, puede ser deliciosamente compatible al mezclarse; a veces en el plato, a veces en la boca y a veces en el estómago. Se trata de la cocina fusión, ese estilo culinario tan de moda que mezcla técnicas o ingredientes tradicionales de distintas culturas, para crear un plato nuevo. El resultado no siempre es positivo. La creatividad del cocinero es determinante para encontrar los sabores compatibles y las salsas adecuadas.

Se dice, justamente, que la cocina fusión tiene sus orígenes en Estados Unidos, con la famosa comida Tex-Mex, que llevó la añorada cocina mexicana a adaptarse a las nuevas costumbres de quienes vivían en el sur de Estados Unidos. A eso le llamaríamos estilo de juego en la cocina.

Y es que toda empresa, todo equipo y todo restaurante debe contar con una personalidad propia que le distinga de los demás competidores. Siempre, sin importar el giro en el que uno se desempeñe, existe la posibilidad de desarrollar el sentido de pertenencia con el cual, una vez establecido el estilo, es posible transitar orgullosamente.

A veces los cambios son repentinos y a veces necesarios; de hecho no deberían sorprendernos porque nosotros mismos no dejamos de cambiar y de adaptarnos a los cambios de quienes nos rodean y a nuestra propia personalidad cambiante. Pero los ciclos, los tan mencionados ciclos parecen cada vez durar menos y nuestra capacidad de reinventarnos cada vez exige más.

Al final de cuentas es un asunto de competitividad y de mayor exigencia ante los rivales ¿Las alianzas son válidas? Por supuesto que lo son, siempre y cuando se sometan a las reglas de la competencia... porque los triunfos de la empresa son nuestras victorias, aunque los trofeos no se luzcan en las vitrinas personales.

Alguien publicó en redes sociales estos días: "Dejar ir es dejar llegar". Muy cierto. Quizá el restaurante del comercial no está tan errado, porque indirectamente sugiere que al dejar ir cada sabor y cada alimento por el esófago, como consecuencia se deja llegar la mezcla y la fusión que resulta más placentero digerir.

 
 
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