Sigue resultando sorprendente la facilidad con que en distintos lares se mezclan los asuntos de la Patria con los del futbol.
La ramplona y patriotera percepción que conduce a creer o sentir que cuando juega la Selección Nacional está en juego el prestigio del País entero, no es para nada exclusiva de los aficionados mexicanos, sino, por desgracia, un mal extendido en diversos lugares del planeta; quizá primordialmente en el ámbito latinoamericano.
A partir de esa lamentable confusión entre Patria y futbol, la perspectiva sobre el mismo resulta inevitablemente oscurecida, contaminada, viciada de origen.
Envueltas en la propia y respectiva bandera proliferan, con una inquietante incapacidad para despojarse de las nacionalidades, las opiniones sobre selecciones, equipos, jugadores, entrenadores y los diversos temas futboleros.
En su momento, Juan Carlos Osorio fue rechazado de antemano por muchos como director técnico de la Selección Mexicana; no por sus cuestionables calificaciones para desempeñar tan importante cargo, sino por ser colombiano.
Como respuesta al endémico malinchismo de nuestro balompié, el no menos arraigado chovinismo rampante.
Entre aficionados, gente de futbol, analistas y aspirantes a tales, un nutrido sector criticaba la gestión de Osorio no en función de lo que hacía bien o hacía mal, sino basado en el otro rudimentario "argumento": simple y sencillamente, porque no es mexicano.
Después, ya cristalizado el evidente desperdicio de ese ciclo mundialista, con el pobre aprovechamiento de un material futbolístico que daba para hacer mucho más, y la irrefutable confirmación de lo nocivas que resultaron las mentadísimas "rotaciones", surge la contraparte colombiana para defender el trabajo y la imagen del paisano.
Exjugadores de aquellos lares (y seguramente también aficionados) que se sienten agredidos con cualquier crítica con respecto al desempeño de dicho paisano, reaccionan a partir de sus alarmantes limitaciones intelectuales y su propio chovinismo, sin saber siquiera lo que eso significa.
Te defiendo porque naciste aquí cerquita o te ataco porque naciste lejos, a falta de motivos razonables -o de nivel de raciocinio para encontrarlos- para defenderte o criticarte de otra forma o con otras bases.
Esa patriotera confusión que desde siempre ha sabido promover y capitalizar el negocio del futbol para generar más consumidores con mayor disposición para entrarle al consumo.
Una trastocada percepción de las futboleras cosas que evidentemente mucho tiene que ver con la ignorancia. Entre más ignorantes más patrioteros, tanto aquí, como allá, como en otros lados.
¿Y si mejor se pusieran a leer para espabilarse un poco?
En ese caso, tal vez, podrían disfrutar del futbol aquilatándolo en su verdadera dimensión, apreciar la belleza intrínseca del juego sin enredarse en bandera alguna; y de preferencia -más allá del sano, legítimo entusiasmo- sin obnubilarse con los colores del equipo preferido.
Para ver mejor el futbol y elevar la capacidad para entenderle a materias de mayor importancia, entrarle en serio a la lectura sería un magnífico primer paso; en México, en Colombia y en todo el mundo.
¿Qué tal si nos animamos a darlo?
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