Amaral José Altuve nació en Maracay, Venezuela, pero su ciudad es Houston, Texas.
Llegó y se apoderó de ella sin preguntar, sin pedir permiso.
Mide 1.68 y durante gran parte de su vida tuvo que demostrar día a día por qué estaba donde estaba. Hoy es simplemente uno de los mejores de las Grandes Ligas. Hoy es la estrella de una franquicia que sufrió durante años. Hoy es el motor y corazón de una novena a punto de lograr su segundo campeonato en 3 años y que comienza a sentar las bases de una dinastía.
Desde el momento en que entras en la antigua Central Station de Houston, hoy casa de los Astros, sabes quién manda ahí: 27 por aquí, 27 por allá, en cada rincón del parque hay camisetas con el nombre de Altuve.
Sólo es necesario que su sonrisa aparezca en la pantalla para que la gente se ponga de pie, y agite sus toallas naranjas. El MVP de 2017 y 3 veces campeón de bateo de la Liga Americana regresa a su gente todo el amor que recibe en forma de jugadas espectaculares.
La Serie Mundial regresa a la ciudad de Altuve, donde los Astros perdieron los 2 primeros juegos. Hoy el 27 puede dar un paso más a la consagración como uno de los grandes de la historia al colaborar para traer un segundo campeonato al estadio que es su casa desde 2011, una casa que ya debería hacer espacio para una estatua más en su Hall of Fame Alley.
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