Me decía Daniel Guzmán, poco después de mi despedida: "El futbolista muere dos veces, la primera es en el momento que se retira". Con los años he aprendido que uno tiene pleno control sobre esa 'muerte', pero no con la vejez que irremediablemente aparece al dejar las canchas.
Oscar Pérez no se retiró por falta de ofertas a los 46 años, decidió 'colgar los guantes' tras conocer la última cara de su profesión que le faltaba: la de la indiferencia.
Durante la temporada 1992-93, Rubén Omar Romano jugaba para Cruz Azul, y en una de esas visitas frecuentes al entrenamiento del Atlante (su anterior y posterior equipo), me comentó sobre un arquero "chiquitito" de La Máquina que le tenía impresionado por su agilidad y potencia de piernas: "¡¡¡Puede tocar el travesaño con los pies!!!", dijo. A partir de ese momento mi curiosidad por conocerle se incrementó, hasta que poco tiempo después logré verle en un partido de reservas... y sí: ningún centro parecía causarle dificultad alguna... pero tampoco ningún recorrido, ningún lance, ningún achique o ningún balón por complejo que fuera.
No es mentira si digo que al "Conejo" se le retiraba desde hace diez años. Si sorprendió al inicio de su carrera por ser "chiquitito", también causó revuelo, entre muchas cosas, por su salida de Cruz Azul en 2008, su titularidad en la Copa del Mundo de Sudáfrica dos años más tarde, su falta de contrato con algún equipo tras ese Mundial, el descenso con Necaxa, su llegada a Pachuca, su título en el estadio de Monterrey con los Tuzos, su segundo gol de cabeza a Chuy Corona, el campeonato de CONCACAF, su alineación en el Mundial de Clubes, su récord de más partidos jugados en la Liga Mexicana y su longevidad en un deporte que, si en algo ha evolucionado desde que el propio Oscar debutó es, justamente, en la portería.
Ahora sí, se ha retirado uno de los mejores porteros mexicanos de la historia, con él se van cientos de páginas llenas de admiración y hazañas: en cada equipo, en cada estadio y en cada Selección. Biografía que por cierto, como en muy pocos casos, no incluye prepotencias ni escándalos.
Sí, el "Conejo" tuvo que sentir algo nuevo tras 26 años de carrera en el futbol mexicano para reflexionar que era momento de irse. Soportó la crítica y los aplausos, los insultos y las alabanzas, pero no la indiferencia que algún día se tiene que conocer.
No, personalmente considero que el futbolista no muere por primera vez tras el retiro, pero sí aseguro que comienza a envejecer ese mismo día... por primera vez. Sin embargo, durante varios años permanecerán activos muchos compañeros y rivales, lo que permite a uno sentirse parte del futbol profesional. Años más tarde, llega la segunda vejez del futbolista, cuando el último de la generación se ha despedido. A Oscar Pérez debemos agradecerle, no solamente los 26 años de carrera y los innumerables momentos de admiración que nos regaló en la portería, también debemos darle gracias que nos haya retardado mucho tiempo la llegada de esta nueva y definitiva vejez.
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