Todo tiene su tiempo, todo tiene su hora, y a Antonio Brown ya le llegó la suya. Engreído, egocéntrico, ridículo y egoísta, son las características del ex jugador de los Acereros. Se fue de Pittsburgh por berrinchudo y problemático. Llegó a los Raiders con la promesa de ser un mejor jugador y acabo como un chiste para todos los fanáticos.
Hoy lo tienen en sus filas los Patriotas de Tom Brady. Un equipo que se caracteriza por su orden y disciplina. No era del desconocimiento de todos que Robert Kraft y Bill Belichick lo querían en sus filas desde que lo intentaron cambiar a principios de la agencia libre.
Hoy, los Patriotas se rodean con el rockstar y su trabajo será mantenerlo quieto. Mucha polémica es lo que rodea al joven Antonio. Desde pies dañados, chismes con jugadores y directivos, peleas de vestidor. Hasta el uso de un casco y una posible demanda por violación.
Brown llegó a un equipo ganador. Pero a todo pavo le llega su Navidad y a Antonio ya le llegó la suya.
Es su oportunidad de callar bocas y demostrar que la portada del Madden no fue para nada un error, es la oportunidad de demostrarle a los fanáticos que ser un bufón no es para hacer una novela. O no, porque puede que nunca cambie.
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