El amorío entre el futbolista y el futbol es tan efímero que el primero siempre se queda con ganas de más. Lo convierte en una relación tóxica, no puede dejarlo, quiere seguir ligado a él, ya sea como auxiliar, comentarista, DT...
Hace 36 años, La Volpe apenas dejaba la cancha y ya debutaba como técnico del Oaxtepec. Al mismo tiempo un "Piojo" Herrera, delgado y copetudo peleaba contra el acné en los vestidores de Coyotes, tenía 15 años. Hoy, ese mismo La Volpe ya dirigió a 11 equipos más, "El Piojo" a siete ¡y los que les faltan!
Como aficionada detesto que el rival de ayer, sea el que dirige a mi equipo hoy. Odio que nuestra baraja de DTs siempre sea la misma. Relaciones tóxicas infinitas. El futbolista/DT que no cierra el ciclo con su gran amor; y el futbol prefiriendo al malo conocido que al nuevo por conocer.
¿Pero quién puede culparlos? No es a propósito, el futbol provoca ese tipo de amor, dependiente, pasional, tóxico. Siempre quieres más, no importa cuánto sufras. Ahí están los que se chingaron la rodilla y se conformaron con ser cracks en el FIFA, ahí están los que reviven lo que no fue con la reta dominguera, aquí estoy yo que me convertí en periodista para al menos escribir de él y esta columna es otro resultado de mi propio romance tóxico con el futbol.
Twitter: @LlanRangel |