México es un país donde se idolatra a los deportistas cuando ganan y se les sataniza el día que pierden.
La admiración puede pasar al odio de un momento a otro. Muchas veces se les juzga sin entender que detrás de cada uno no sólo existe una vida de trabajo sino un contexto social y político que impacta en sus resultados inevitablemente.
Tras los Juegos Panamericanos, se comenta el buen desempeño de los mexicanos en Lima, ya que se consiguieron resultados históricos fuera del País, superando los 23 oros de Mar del Plata 95.
Conade alardea los resultados como propios ignorando que lleva prácticamente una vida forjar a un deportista de alto rendimiento (no los 8 meses que llevan en ejercicio), pero les reduce a los deportistas las paupérrimas becas de 5 mil pesos mensuales a 2 mil.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador se ha pronunciado en la forma en que complementará las becas a las que se han hecho acreedores, con bienes incautados, un plan improvisado.
Los deportistas de alto nivel necesitan un apoyo justo para su desarrollo, pero aún más las jóvenes promesas ya que son ellos quienes se encuentran en una posición más vulnerable.
Para que la actual CONADE pueda cosechar frutos, tendrán que pasar por lo menos 2 sexenios, y no colgarse la medalla, como ahora, fruto del trabajo de otras administraciones.
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