Aveces los cambios son repentinos y a veces nos dan señales; quizá no deberían sorprendernos, porque nosotros mismos no dejamos de cambiar y si queremos continuar, es necesario adaptarse a los cambios y ciclos que la vida coloca frente a nosotros, aunque esas etapas parecen cada vez menos duraderas y nuestra capacidad de reinventarnos se vuelve menos hábil con los años.
Visito a mi madre tras su tercera caída en dos meses, la tristeza en su mirada muestra la resignación por un nuevo retiro en su muy longeva vida de 95 años: primero fue el tenis, después el trabajo de tiempo completo en la UNAM, poco después dejar de dar clases en el CCH Sur y más tarde la muerte de su pareja por 65 años. Esta vez el retiro es mucho más significativo, porque dejar de caminar es depender y ella lo detesta. La escucho, simplemente la escucho...
"Uno toma de forma muy natural programar sus actividades y llevarlas a cabo tal como están planeadas. Un día de repente algún acontecimiento, en este caso concreto una caída, cambia por completo esa realidad. Uno pasa de cierto grado de libertad a una dependencia nunca deseada. No hay vuelta atrás. Ahora no es pensar en lo que ya no puedo hacer, sino disfrutar lo que todavía puedo hacer.
Hay que ser coherente entre lo que piensas, dices o haces. Toda la vida hemos rezado en el Padre Nuestro: "Hágase tu voluntad", no podemos ahora de pronto negar su voluntad. No podemos dudar del amor que Dios te tiene, lo cual ayuda a aceptar las cosas que vienen de su mano y pensar que para adelante habrá más y más limitaciones. Tendré la disposición de aceptar sin rebeldía, con paz y tranquilidad. Tengo todo el interés de seguir aprendiendo y el aprendizaje no depende de si puedo caminar o no.
Recuerdo que el último día que di clases, les pedí a mis alumnos que escribieran lo que consideraban que había sido un beneficio para su vida a través de mis clases. Guardé todos esos escritos, porque significan la mejor recompensa. Yo no solamente daba clases de biología, sino que mi objetivo era formar mejores seres humanos.
No debe bajar el ánimo, sino continuar con una actitud positiva para aprovechar las situaciones favorables que nos ofrece la vida.
Quiero ayudar a que la vida de quienes se encuentran a mi alrededor sea más llevadera. A veces con un simple comentario basta, sobre su ropa por ejemplo, eso es una ayuda para levantar el ánimo. Lo que sí tengo muy decidido y muy firme es no criticar o señalar los defectos de los demás, pensando que tengo que atender mis propios defectos. Ahora son dos procesos: adaptación y aceptación". Dejar ir es dejar llegar, dicen por ahí.
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