"En el Siglo XV, en Francia y en Italia se llevaban a cabo autos de fe colectivos, donde se encendían 'hogueras del placer' y a las que acudían hombres y mujeres voluntariamente. Una vez frente a las llamas, arrojaban libros, cartas, pelucas y perfumes", escribe Johan Huizinga en "El Otoño de la Edad Media". Y es que en aquel periodo había una fuerte pasión por la vida, en la que no se permitía la duda, sino solamente la plenitud en Dios. Lejos de él, sólo existían el engaño y la trampa, se decía.

Recientemente 19 ex futbolistas del Atlante y otros tantos de Cruz Azul, fuimos invitados a una de estas 'hogueras', tan placenteras como escasas. Arrojamos libros y aparecieron recuerdos... lanzamos cartas hacia la fogata y nos llenamos de recuerdos... depositamos nuestras pelucas, casi a manera de ofrenda, para que nuestra vejez, nuestros kilos y nuestras canas desaparecieran por algunas horas... y nuestros perfumes se evaporaron para llenar el medio ambiente de plenitud en el Estadio Azulgrana.

En ese inmenso recipiente lleno de nostalgia, se dieron cita otros 10 mil (en su gran mayoría fans del Atlante). Cada uno con su historia, sus motivos y su memoria. Arrojaron sus espadas medievales hacia la fogata y se llenaron de anécdotas que tuvieron lugar ahí mismo... lanzaron valiosa joyería de la época y pudieron transmitir a sus hijos las emociones de hace 25 años... depositaron sus minuciosos grabados con historias de la Edad Media y revivieron las hazañas, los dramas, la euforia y la frustración que algún día olvidaron en ese mismo asiento, pero que esa tarde enchinaban la piel.

El espectáculo y la energía esta vez no se emitió desde la cancha de manera unilateral, fue absolutamente recíproco y provenía también desde la tribuna. Demasiados factores tenían que coincidir para rescatar los olores, los sabores, las temperaturas, los sonidos, el nerviosismo y sobre todo el placer que una simple 'hoguera' podía generar. Y coincidieron.

Fuimos testigos de nuevas generaciones azulgranas que continúan la tradición gracias a la noble labor de sus padres, de reencuentros con el cariño acumulado y hasta fuimos testigos de relatos, tan llenos de sufrimiento como de pasión por la vida. Tal es el caso de José Cruz, quien en 2012 se electrocutó con cables de alta tensión en su casa, sufrió quemaduras en el 57% de su cuerpo, pero cuando despertó, un mes más tarde, se enteró que había perdido ambas piernas. Solamente gracias a su amor por el Atlante fue capaz de luchar día con día, para vivir y acompañar, desde donde se localice, cada nueva página escrita por los Potros de Hierro. El protagonismo de esta jornada se encontraba en cada uno de los llamados por siempre: fieles seguidores.

Las 'hogueras del placer' eran para quienes creían ciegamente en la felicidad actual. Muchos autores después de la Edad Media han coincidido, como Pascal Bruckner, en que "la felicidad pertenece al ayer o al mañana y se halla en la nostalgia o la esperanza, nunca en el presente". Lo anterior confirma que aquella tarde, en el partido de veteranos contra Cruz Azul en el Estadio Azulgrana, aspirábamos una vez más a la felicidad, aunque claramente sabíamos que se encontraba en el pasado. Eso sí: vale la pena luchar para que nosotros mismos, o alguien más, renueve la ilusión constante de vivirlo nuevamente, pero siempre vestidos de azulgranas.

 
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