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El futbol, hijo de la miseria
Mario Castillejos | 25-04-2016
en CANCHA
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Con la expulsión del maestro Cardona, el partido se puso crudo. Y cuando los dirigidos por Vucetich empezaban a oler sangre, apareció Pabon cargando la mochila de estrella.

En este Clausura 2016 no hay otro equipo tan sádico, salvaje o dañino como el Monterrey.

Con 208 remates en 15 partidos, 34 goles marcados que, en su mayoría, fueron fabricados con sólo tres trazos. Incluso si uno se levanta de la butaca a comprar una cerveza, corre el peligro de perderse un par de situaciones de gol.

Es increíble lo que se puede lograr cuando no importa quién se lleva el crédito: seis goles y una asistencia de Sánchez, seis goles con dos asistencias de Cardona, seis goles y dos asistencias de Funes Mori, y cinco goles con cinco asistencias de Pabon.

Los Rayados simple y sencillamente robaron en la suma de puntos y, de mantener la puntería, no veo quién los pare en la Liguilla.

Con la llegada del uruguayo Carlos Sánchez el tridente se convirtió en cuarteto. La mística imagen de los Beatles cruzando Abbey Road la podríamos emular de la siguiente manera: Cardona al frente luciendo traje blanco, Dorlan en "suit" negro, Funes Mori descalzo en indumentaria gris y el "Pato" Sánchez en rústica mezclilla.

El periodista argentino Diego Borinsky publicó a finales del 2011 bajo el título "La dura historia de Carlos Sánchez", una reveladora biografía del último mosquetero de Rayados.

"A los 8 años su papá lo abandonó y lo dejó en la calle. Se curtió en picados en los que la pelota se iba al lateral y le mostraban un revólver. Creció en un Fuerte Apache uruguayo, con un vaso de leche como única cena. En una familia de 10 hermanos de cuatro padres distintos, Carlitos le puso el pecho y salió a pelearle al destino".

"Nos dejó en la calle, así de simple. Nunca se lo perdoné. Por suerte mi tío, el hermano de mi mamá, nos hizo un lugar en su casa. Nunca lo vi más, desde los ocho años que no lo veo más".

En cuanto a su primer roce con el futbol, platicó: "Todo el día pasaba en la calle detrás de la pelota, en realidad cuando había para comer en la casa tampoco me enteraba porque yo estaba jugando al futbol en la calle. Jugaba por plata, en cancha de tierra; patada viene, patada va, piñas, de todo. Había barrios en que si ganabas, te esperaban con revólver afuera o te cascoteaban el camión en el que te volvías. A partir de ahí ya no le tuve miedo a nada. Con esos partidos me recibí de hombre".

Y remata el periodista Diego Borinsky: "Uno no se sorprende al comprobar que el futbol es hijo de la miseria".

Ahora tenemos más pistas del por qué estos Rayados se lanzan a la aventura desde el inicio. ¿No cree usted?

PD. Los Tigres siguen a la deriva en medio de una tormenta perfecta. Y como dijo el poeta argentino Antonio Porchia: "A veces hallo tan grande a la miseria que temo necesitar de ella".

Lo escrito, escrito está.

 
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