Apenas 11 puntos tenía el Monterrey en el torneo pasado en las primeras nueve jornadas; uno antes, 10. Para la Fecha 9 del Apertura 2014 contabilizaba 16, y en el Clausura 2014 sumaba 9.
A dos semanas de relevar a Víctor Manuel Vucetich en el Apertura 2013, el "Profe" Cruz amanecía en el lugar 15 de la tabla general con 7 unidades. Un torneo antes, el mismísimo "Rey Midas" apenas cosechaba 10 puntos cuando al Clausura 2013 aún le faltaban ocho jornadas por jugar.
Siete Clásicos sin ganar, siete torneos bañados por la desilusión, secos de protagonismo, repletos de mediocridad.
La desenfrenada euforia que se vivió ayer en el BBVA Bancomer sólo fue un déj vu producto de los sueños de grandeza que se esfumaron a lo largo de los últimos cuatro años.
Con la victoria en sus manos, al aficionado rayado le importó un bledo si el sábado su equipo apenas y concretó 239 pases, si Cardona no apareció, si Pabon sólo tiro una vez a gol, si los suyos pisaron o no el área del archirrival, si con 10 jugadores en el campo se atrincheraron a defender la ventaja durante más de 20 minutos.
El gol de Efraín Juárez justifica eso y mucho más. Y quien ose demeritar el triunfo sólo es un ardido, porque en esto del futbol, si no ganas no tienes la razón.
Del otro lado de la Ciudad, el análisis es evidentemente mucho más reconfortante que el resultado. Las más claras oportunidades de gol las tuvieron Pizarro de cabeza, Gignac en solitario frente al marco y Zelarayán en maniobra individual eludiendo hasta cuatro rayados antes de su tiro por arriba del marco. Además tuvieron la posesión del balón en la incomoda cancha rayada, con un 62 por ciento del tiempo.
En lo personal, ambos equipos desintegraron a las figuras del oponente. El Clásico 106 no será recordado por ser el mejor partido ni de Gignac ni de Funes Mori ni de Aquino ni de Cardona ni de Sobis ni de Pabon. Y fueron los dos menos famosos, Montes por implacable a sus 19 años, y Juárez, con apenas 180 minutos en la Liga, quienes inclinaron el partido a favor de los de casa. En general, el juego fue malo.
A su estilo, el epílogo más coherente lo formuló Ricardo Ferretti en la zona de vestidores cuando los suyos y la contraparte intercambiaban insultos: "¡Sepan perder! Déjense de mam...".
Aunque nos duela, el Clásico Regiomontano aún está lejos de ser un platillo nacional. Cuauhtémoc Blanco en solitario logró, a sus 40 y tantos años, ser mejor show.
Y para quienes se quejan con los de enfrente porque hacen y dicen cosas que supuestamente ustedes jamás han hecho o dicho, sólo les digo que ambas aficiones son igualitas. Al fin y al cabo, regiomontanos todos.
PD. "Las ciudades, como los sueños, están construidas de deseos y de miedos, reglas absurdas y perspectivas engañosas", Italo Calvino.
Lo escrito, escrito, está.
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