Cruz Azul ocupó interminables espacios en los medios de comunicación durante los últimos días por la salida de Ricardo Peláez, quien no estaría de acuerdo con la contratación de Robert Dante Siboldi, favorecido por la cúpula sobre Antonio Mohamed.
Reaparecieron en La Noria para presidir el anuncio los vicepresidentes del club -lo son- que hacía tiempo no se presentaban ahí. Presentaron a Siboldi, anunciaron que Ricardo se separaba de la institución y respondieron las dudas que se generaron por los cambios en el protocolo. Varios jugadores los conocieron personalmente cuando se presentaron en el vestidor.
El futbolista está acostumbrado a los cambios de entrenador, de directivos y hasta de equipo. Por eso la mayoría -particularmente los extranjeros- no tienen casas bien instaladas. También tienen las maletas listas porque cada semestre existe la posibilidad de una nueva mudanza.
Peláez goza de cierta inmunidad pública porque su gestión en el América fue brillante y estaba intentando hacer lo mismo en Cruz Azul.
Para ello, la voluntad directiva dispuso del presupuesto más espectacular de la última década para hacer posible el largamente acariciado sueño azul.
El proyecto Caixinha, hace algunos meses tan sólido, se fue desvaneciendo tanto en desempeño como en resultados. Con Ricardo de la mano tratando de corregir.
Las decisiones de los asuntos importantes en un club tienen que ser colegiados y el visto bueno lo tiene que dar siempre la máxima autoridad. En este caso, el presidente.
No hablemos sólo de las pretensiones de uno y otro. Hay otros puntos: ¿Cuántos jugadores pediría Mohamed para el próximo curso, atendiendo simplemente sus antecedentes? ¿Qué inversión ha dedicado Cruz Azul a su plantilla y que tan dispuesta estaría a grandes cambios en diciembre para poner mas dinero sobre la mesa? ¿Será que Siboldi se ajustará al excelente plantel que tiene?
La directiva es la que contrata y aporta los montos de inversión. Si Ricardo no concordó, tenía derecho a bajarse del barco.
Faltan dos pistas importantes. Una más que otra.
La menor ya ahora, es escuchar a Ricardo, que pide descanso tras la discusión sostenida en un programa de televisión cuando Víctor Garcés -de manera anti institucional- da a conocer el nombre de Siboldi como el nuevo técnico, faltando a todas las formas.
Pero la que resulta crucial es la voz del presidente del equipo, Guillermo Álvarez Cuevas, para fijar la postura y hablar con claridad de todo lo sucedido.
Es el único personaje que puede terminar con las especulaciones cuidando las formas, que es una de sus virtudes.
El aficionado celeste está enojado y merece saber qué está pasando con un equipo que debería gozar de mejor salud.
Pronto sabremos de él.
Twitter: @FJG_TD |
|