Junio, 1999. Tenía 20 años y con mucha emoción recogí en la agencia de viajes el boleto de avión que me llevaría a Mérida para mi primera cobertura "fuera de casa" para la Final de ida por el ascenso a Primera División.
Atlético Yucatán, dirigido por Enrique López Zarza, enfrentaba al Unión de Curtidores comandado en aquel entonces por Carlos Bracamontes.
Algunos colegas eligieron los asientos traseros del avión por un detalle no menor: se podía fumar. Aquello era una humareda por más que estuvieran segmentadas la zonas.
Cuesta trabajo asimilar que no hace mucho tiempo era posible encender cigarrillos en pleno vuelo y que todavía es posible encontrar aeronaves con ceniceros en los descansabrazos. Fehaciente prueba de que alguna vez fue un derecho del pasajero.
Años después, la Asociación Médica Mundial emitió una recomendación a la Organización Internacional de Aviación Civil sobre los peligros del tabaco para la salud, lo cual motivó a las aerolíneas de los países pertenecientes al organismo para que se impidiera fumar durante los vuelos sin importar el tiempo de viaje.
Aunque costó trabajo la transición entre lo permitido y lo prohibido, las reglas cambiaron para siempre. Y ya no se trató de un tema sobre cuestiones de salud. Y ya no hubo espacio ni para el debate. Era una ley que se debió acatar.
Todo esto lo menciono ahora que ha regresado con más fuerza la prohibición del grito al portero en los partidos de futbol. Ya no es una sugerencia, es una petición formal para que se deje de hacer. La medida viene desde FIFA y las sanciones serán serias si no se toman medidas que hagan entender al aficionado que ya no se puede tolerar el "¡eh puto!".
Entendamos que esto ya no pasa por origen, contexto o connotación. No perdamos más tiempo discutiendo si es folclor, picardía o lenguaje coloquial. No sirve de nada seguir intentando llegar a una conclusión respecto a si es ofensivo, homofóbico, repugnante o gracioso. Simplemente, ya no se debe gritar.
Así como una ley antitabaco prohibió que se fumara el lugares públicos, hoy debemos asimilar que dicho grito está prohibido. Que los juegos se pueden suspender y que México podría ser castigado por FIFA si los casos se siguen presentando.
Lamento mucho que algunos aficionados se muestren renuentes y que ahora, aseguran, lo harán con más fuerza por creer que tienen derecho porque han pagado un boleto.
Sea en tren, autobús o avión, el fumar está prohibido. Y no porque el pasajero pague el viaje tiene permitido encender un cigarrillo. En fin.
Curtidores se llevaría el juego de ida, la vuelta, ascendería y desaparecería para convertirse en Puebla; todo en cuestión de días. Asunto complejo que, increíblemente, resultó más simple que misma la batalla por erradicar el grito.
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