Nada le perturba. Va por la vida sonriendo. Le da lo mismo si es corriendo detrás de una pelota, pateándola o aborreciéndola. Es de los que, tumbado en el sofá, voltea a su alrededor intentando darle dimensión a su trayectoria y, como si se tratara de una aventura ajena, le da poca importancia. El reconocimiento público no le quita el sueño.

Carlos Vela es un caso extraño. No le gusta el futbol pero lo juega como si hubiera nacido con los zapatos puestos, como si hubiera tocado un balón antes que una sonaja o como si hubiera dicho "gol", antes que "papá" o "mamá".

Cada vez que acapara la atención con otra genialidad en la cancha, uno siempre piensa que ya no habrá joya alguna que la supere. Y aparece otra piedra preciosa atada a sus botines.

Carlos Vela es un animal en peligro de extinción al que debemos admirar cada vez que se pueda. Y no porque le quede poco, sino porque es capaz de retirarse tras un partido de preparación sin cámaras alrededor.

Es un genio, un mago, un exquisito condimento que no pretendió ser platillo de restaurante caro. Que decidió, por el contrario, ser de alta cocina entre lo desconocido.

Si a Vela se le analizara desde una perspectiva cultural, sería un futbolista "underground". Es alternativo, a veces paralelo, a veces contracorriente. Rompe con lo oficial y no es parte del promedio. Prefiere caminar por pardos pasajes donde su cara no se vea tanto.

Siempre me preguntaré, ¿qué habría sido de Vela si hubiera tomado otro tipo de decisiones en su carrera? (No hablo de mejores decisiones. No somos nadie para juzgarlas). Como mero ejercicio hipotético: ¿Habría tenido capacidad para jugar en Manchester City en lugar del West Bromwich o en el Real Madrid o Barcelona en lugar de la Real Sociedad? ¿La historia hubiera sido distinta con México de haber ido a Brasil 2014?

En medio de la locura que desata el tema Selección Nacional, Carlos Vela resultó ser el más sensato entre los insensatos y el de convicciones más firmes entre las figuras. Si fueron o no las correctas, es otro asunto.

Luego de Rusia 2018, ha dicho que ya no más volverá a vestir la camiseta de México.

Tan consciente como sabio, deja claro que, con él o sin él, el destino de nuestra Selección continuará siendo el mismo.

En una megalópolis, Vela escogería ser el tren subterráneo y su lema sería: Si me quieres tomar, bien; si no, es tu problema. Habrá otros tantos medios de transporte que te lleven al mismo lugar.

Sigue riendo, Carlitos. Sigue visitando las arenas de basquetbol, sigue soñando con que eres LeBron James, sigue anteponiendo la calidad de vida para tu familia antes que el amor por cualquier color y sigue deleitándonos aunque sea en la MLS.

Total, la pelota no entiende de Ligas y sí de clase. Esa que tienes de sobra.

 
Twitter: @CarlosLGuerrero