El cerebro empaqueta, clasifica, ordena.
Le pone etiquetas a las cosas, a las sensaciones. A lo que capta y archiva.
Tal vez por eso es que hasta para ciertos partidos hay una tendencia a llamarlos de alguna forma. Que si el Tigres-América es un Clásico o no lo es. Que si ya desplazó o amenaza al América-Chivas.
A alguien se le ocurre afirmar lo primero y las redes sociales se convierten en ese pasatiempo destructivo para muchos que se refugian en ellas. Sienten placer al tirar el dardo: a "encarar" digitalmente -con la cobardía que ello puede implicar- a cualquiera y sobre cualquier cosa.
El encono ante un opinión se desata y todo mundo pierde la calma. Lo sufrió uno de los comentaristas jóvenes por lo que más hay que apostar -Aldo Farías- y aquello se volvió un aquelarre. Hoy ya es otro día y el tema de moda, la "tendencia del día" se irá para otro lado, con otros personajes y acerca de otro asunto. No pasa nada.
El futbol -pensamos algunos- merece una pasión más inteligente, si usted me acepta el contradictorio término. Vamos a enojarnos por cosas que valgan la pena.
Si el Tigres-América es un Clásico -pienso que no- es lo de menos. Lo de más es que se trata de 2 equipos que animan la Liga, invierten constantemente en sus planteles, se han repartido muchos de los títulos de los últimos años y hacen que nos frotemos las manos cada vez que van a jugar porque han construido una rivalidad muy atractiva que siguen alimentando partido tras partido.
No es fácil apostar a favor del América para este sábado en el Volcán.
Tigres, aunque a veces hace "jaladas" como lo dijo Ferretti después del partido en San Luis, tiene un plantel capaz de redondear la fiesta que se avecina en su propia cancha.
Como todo el mundo, estará motivado, aplaudido y con mas ganas que cualquier día. La salida es peligrosísima para los de Herrera.
Al América sin embargo, hay que agradecerle que aunque a veces los autogoles le den la espalda, que tenga más bajas en el plantel que las imaginables y que tenga que remendar su cuadro como pueda, pelea con gallardía y no da nunca por perdido un encuentro, aunque las cosas le rueden de la peor manera posible.
A Morelia le ganó como pudo y a Tigres estaba a punto de vencerle hasta que llegó ese autogol de último instante que mandó el partido a penales.
Pese a todo, nunca hay que darlo por vencido.
Eso tiene la combinación que se repite de nueva cuenta, como si de serie beisbolera se tratara: América y Tigres convocan, tensan los nervios, agradan y siguen haciendo historia entre si.
Llamémoslo como queramos, etiquetémoslo y pongámoslo en el cajón que decida nuestro cerebro.
Pero sobre todo, disfrutemos que son 2 de los más grandes equipos de la actualidad y agradezcamos que se vuelven a enfrentar.
Lo demás es lo de menos.
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