El Clásico Regiomontano se vive en presente, pero sólo vibramos con él quienes lo entendemos en pasado.
Diría el poeta: los recuerdos son la única cosa muerta cuyo aroma nos es dulce.
Anécdotas, inolvidables goles, estruendosas victorias, amargas derrotas e insípidas tardes.
Lo que nació en 1974 como algo netamente artesanal y provinciano, 45 años después se ha convertido en el espectáculo que más jugadores categoría "prime" reúne un partido de futbol, no sólo en México.
Señores, hoy el líder y sublíder general se topan en el "bebé" (BBVA ). Pero desde aquel enfrentamiento, donde, no obstante que uno apenas debutaba en la categoría, mientras que el otro era marcado como súper favorito por poseer figuras consagradas en la Primera División, el implacable futbol dejó muy clara la respuesta de ¿cuál de los 2 es o será el mejor?, 3-3, empate, iguales, parejos.
Y así se ha comportado esta rivalidad y creo que se seguirá comportando hasta que el futbol desaparezca de la faz de la tierra.
Claro, por momentos gana uno, pero en los medianos plazos la equidad es indiscutible. Los números dicen que, hasta hoy, Tigres tiene apenas 2 victorias más que Rayados: 44 ganados para Tigres, 42 para Rayados, 33 empatados, uno suspendido y uno invalidado. Aunque el invalidado por la famosa firma de Donizete, en la polémica local, hay quienes lo contabilizan como victoria de Tigres, en fin.
Y cada que jugamos a las necesarias comparaciones, el 10 de diciembre del 2017 sale como el parteaguas de la discusión. Y efectivamente, Tigres ganó el partido más importante de esta rivalidad. La final soñada para la sociedad regia.
Y fue en la majestuosa casa del Monterrey. Nadie lo puede negar. Ese día, esa tarde, Tigres levantó la copa, dio la vuelta olímpica con ella y más de 15 mil aficionados que aún estaban en el estadio con sus camisetas Rayadas, los aplaudieron.
El resultado fue duro, contundente, devastador para unos y exageradamente enriquecedor para otros. Pero en lo personal, ese resultado sólo fue 3 puntos suspensivos de una historia que aún está viva. En esto no hay ni habrá jamás un punto final.
Pero dejemos por unos minutos los cálculos y, a todos los nuevos o viejos testigos de esta historia, les recomiendo el siguiente ejercicio: hoy, cuando vayan rumbo al estadio o, mientras en sus casas se preparen para ver el partido por televisión, rindamos un homenaje por lo menos en la mente a todos los que han hecho de este Clásico lo que hoy es.
Sin ellos no tendríamos las anécdotas, los goles, los resultados, las alegrías y también los sufrimientos que esta bella rivalidad nos ha regalado. Gracias a todos los que alguna vez jugaron uno o muchos Clásicos regios. De corazón, gracias. El ayer, ni Dios lo cambia.
Pd. Los 117 partidos ya jugados entre Rayados y Tigres sólo son el prólogo del siguiente.
Lo escrito, escrito está.
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