La acción de señalar o apuntar como lo haríamos con un vendedor para decirle cuál prenda del aparador es la que deseamos comprar, debe ser una de las operaciones más simples entre el cerebro y el sistema nervioso. Claro, siempre y cuando lo hagamos con el dedo índice.
Hacerlo con el anular sería complicado y luciríamos entorpecidos.
Qué difícil establecer de forma objetiva si Guardiola fracasó tras el adiós del Manchester City o si continúa simplemente en su proceso natural por alcanzar dicho objetivo. Llegar a la más certera de las conclusiones, resulta tan complejo como apuntar con el vecino del dedo meñique. ¿Estilo o resultado? ¿Qué exigirle a Pep?
En este extraño mundillo donde todos creemos ser entrenadores, habrá quienes le agradezcan las formas y la aparentemente seductora propuesta por sobre todas las cosas y también quienes prefieran repudiarlo porque priorizan el marcador sin darle tanta importancia al cómo.
Sinceramente, el único que tiene la voz autorizada para inclinar la balanza de la disyuntiva, sería el jeque Mansour bin Zayed bin Al Nahyan, propietario del Manchester City.
Él es quien ha invertido 604 millones de euros desde que optó por Pep para dirigir a su equipo. Estratosférica cifra que rebasa el valor total de la franquicia actual del Ajax. (420 millones de euros).
De su pluma bañada en oro y diamantes, surgieron las firmas que autorizaron los fichajes de jugadores como Sané, Gabriel Jesús, Gündogan, Bravo, Bernardo Silva, Ederson y Mahrez, entre otros, sin imaginar que a pesar del esfuerzo económico, quedarían en la lejanía de unos Octavos de Final y en el dolor de unos Cuartos de Final en las últimas ediciones.
El festejo de Guardiola en tiempo de compensación frente al Tottenham y el inmediato desencanto en su figura tras la crudeza del inquisidor VAR, nos mostró a ese Pep que, sin Messi y sin aquel Barcelona histórico, sufrirá en Champions League más de lo imaginado. Y no por ello desaparecerá su legado que lo coloca entre los más dignos de la profesión.
Señores, ni todos los millones de dólares del mundo podrán servir como factor único para que el sultán Al Nahyan, miembro del Consejo Supremo del Petróleo, se haga de una "Orejona".
Basta preguntarle a Nasser Al Khelaïfi, uno de los cien hombres más ricos del planeta, cómo le ha costado para que el PSG trascienda en competencia internacional a pesar del valor de su nómina cercana a los 930 millones de euros. (35 menos que la del Real Madrid).
No todo lo puede hacer el dinero en el City y menos si Pep no cuenta con los dedos pulsores de su filosofía como lo hizo en su época de blaugrana.
El jeque tendrá que ser paciente hasta el día en que los petrodólares le den al dedo anular, la movilidad de Messi.
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