La Selección Mexicana fue zarandeada en su segundo compromiso de esta "fecha FIFA".
Al enfrentar al máximo representante del futbol argentino, los tricolores de Gerardo Martino estuvieron muy lejos de lo que el viernes pasado habían hecho en el duelo ante la escuadra estadounidense, a la que superaron con una facilidad que hacía rato no se veía en esos enfrentamientos con el máximo adversario mexicano de la concakafkiana zona.
El 3-0 en el marcador final de aquel partido refleja con fidelidad la diferencia entre uno y otro equipo, desarticulado el de las barras y las estrellas, y cada vez mejor armado el de las aztecas huestes, con seguridad en la portería, orden y sacrificio para realizar labores defensivas y con esos principios como sustento aspirar a la debida solidez en la propia cancha. Intensidad y eficiencia en el trabajo de medio campo. Capacidad para cerrar en ese sector los espacios al defender y a partir de ahí ampliarlos al atacar; y para manejar el balón de acuerdo a la zona en que se transita, con seguridad atrás, claridad en el traslado e imaginación para profundizar en el momento y el lugar adecuados. Y para redondear, jugadores desequilibrantes por los costados en el ataque... y contundentes por el centro.
Con argumentos como ésos, esgrimidos con personalidad y convicción, los tricolores dejaron inobjetable y plena constancia de superioridad ante el rival estadounidense.
Pero como cada partido es distinto, y sobre todo cambia en función de lo que cambie el nivel del oponente, no podía esperarse ni pedirse ante los argentinos lo mismo que se esperaba y pedía ante los vecinos del norte.
Porque es cierto que tanto el conjunto argentino como el estadounidense en la actualidad están muy lejos de la mejor versión que podrían llegar a ofrecer, pero la distancia entre la calidad de las respectivas individualidades sigue siendo evidente; y contra esa calidad de los futbolistas argentinos estaba obligado a luchar el equipo mexicano.
Además, en esta ocasión se antojaba más que razonable que el técnico tricolor optara -como optó- por utilizar a dos cuadros muy diferentes para cada partido, aparentemente con la mayoría de los supuestos titulares guardados para el segundo.
Diferente cuadro, con la misma idea se supone que cada vez mejor captada por cada uno de los seleccionados... pero con otro rival en frente.
En el caso de cualquier equipo, encima de los buenos, malos y desastrosos resultados del momento está el rumbo que se sigue hacia los partidos de mayor importancia; y en lo que al actual conjunto tricolor concierne, a pesar de los pesares ese rumbo parece ser el adecuado, algo que por lo pronto ya es ganancia.
Sólo queda por verse hasta dónde llega... y qué tanto les sirve el juego de ayer para ubicarse en su verdadero lugar.
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