Nadie en su sano juicio, o en el delirio más tremendo si los colores que ama están involucrados, apostaría su resto a que Pachuca, Necaxa, Toluca o Puebla avanzarán a los Cuartos de Final.
Es verdad que los necaxistas hilvanaron cinco victorias y con ello levantan la mano con más entusiasmo que los otros tres, pero jugar a noventa minutos en casa de quienes terminaron más arriba en la tabla, es un riesgo mayor.
No se puede obviar sin embargo que este ha sido un año tan extraño que nos invita a pensar en un cierre de torneo igualmente anormal: el diablo - y no el del Toluca- anda metiendo la cola donde puede.
La Fecha FIFA nos dejó algunas pistas importantes.
En Graz, Austria, Gerardo Martino declaró con gran honestidad que se jugaron contra Japón los peores 25 minutos de su gestión de dos años. ¿Nada más porque sí?
Pero eso no es nada si lo comparamos con los 52 años que tenía la Selección de Alemania sin hacer un partido tan malo como el de La Cartuja, donde España le clavó un seis a cero que jamás había sufrido.
O los 43 que transcurrieron sin que Colombia padeciera una paliza de 6-1 como la que en Quito le endilgó Ecuador: desde un 7-2 a favor de Chile en 1965, y un 6-0 a favor de Brasil en 1977, no se sabía de un castigo similar.
En su crónica del "El Tiempo" de Bogotá, Pablo Romero escribió que "la Selección Colombia sólo estuvo bien parada en el minuto de silencio".
¿Será que a Alemania se le olvidó jugar bien de un momento a otro? ¿O que Carlos Queiroz, afamado técnico alguna vez tentado por la Selección mexicana, se le desaparecieron los poderes como entrenador exitoso?
En Europa, la mayoría de las Selecciones no jugaron dos, sino tres partidos en una semana.
Los alemanes, por ejemplo, le ganaron 1-0 a República Checa el martes 11, empataron el sábado 14 con Suiza, y cayeron en pedacitos este miércoles 17 con España. Y variaron muy poco su alineación.
Colombia pasa por un mal momento que no ha sabido resolver: antes de la debacle en Ecuador le metió 3-0 en Barranquilla.
El exceso de carga física, la falta de una pretemporada, los contagios de Covid-19 y la urgencia por jugar para cumplir los calendarios, se unen a las razones que siempre ha tenido el futbol para que las cosas marchen bien o vayan mal. De repente la vista se le nubla a un buen equipo y se produce uno de esos resultados que quitan técnicos e interrumpen procesos.
Volvamos a la Liga MX.
El formato del torneo con una repesca más peculiar que todas las anteriores se conjuga con todos los aspectos citados y es capaz de preparar un coctail explosivo que maree al más pintado.
La lógica de que pasan los equipos mejor colocados puede verse afectada en beneficio de los menos favorecidos.
Cualquier cosa es posible.
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