Ya cambió por completo el negocio del futbol.

Al encarar ese nuevo negocio por supuesto es comprensible, legítimo, el deseo de los dirigentes de recuperar paulatinamente tanto dinero perdido.

Lo incomprensible en algunas ocasiones es el avorazamiento; y en otras, la cortedad de mira y la escasez de cacumen para encontrar las vías de recuperación económica sin vulnerar tanto lo deportivo.

¿Habrá manera de recuperar más dinero más pronto, y de hacerlo sin promover tanto la mediocridad, sin acentuarla al permitir que sigan aspirando al título equipos que ni a la media tabla llegan, sin inhibir a tal grado la búsqueda de la excelencia?

Por lo pronto vaya a continuación una buena alternativa, para la cual, de inicio, se requeriría incrementar a 24 el número de equipos en Primera División.

Para designar esos seis lugares, sería necesario analizar a fondo las distintas opciones del momento: Mérida, Leones Negros, Correcaminos, Atlante, Morelia, Celaya, Irapuato, Oaxaca y Tapachula o Tuxtla Gutiérrez.

Entre esos nueve aspirantes y otros candidatos que surjan o ya estén apuntados (¿el Zacatepec, otros Tiburones de Veracruz, o unos Mineros de Zacatecas, unos Dorados de Culiacán o un Tampico-Madero con un dueño distinto para no abonarle a la multipropiedad?), es indudable que podrían salir seis magníficas plazas de Primera División; porque de hecho algunas de ellas ya lo han sido.

En ese caso, los 24 equipos podrían distribuirse en tres grupos, algo que serviría primordialmente para dos cosas: primero, para reducir a 14 ó a 16, en lugar de 23, el número de jornadas de la fase regular; con enfrentamientos de ida y vuelta solamente entre los adversarios de cada grupo. Y segundo, porque la conformación de esos tres grupos permitiría acortar las distancias geográficas entre los participantes en esa fase regular del torneo (no estarían en el mismo grupo los Xolos y los Venados -por ejemplo-, ni el Santos Laguna y los Cafetaleros).

Con esos tres grupos de ocho equipos, en la fase regular se implementaría el mecanismo ya mencionado en este mismo espacio:
 
En la primera y segunda jornadas enfrentas al mismo rival en partidos de ida y vuelta, en la tercera y cuarta a otro, y así sucesivamente, con los puntos otorgados cada dos jornadas; 6 si ganas ambos partidos, 4 si ganas y empatas, 3 si ganas en el global a pesar de perder un juego, 1 si hay empate en esos 180 minutos... y CERO si ese empate es sin goles.

Al final pueden añadirse dos jornadas, en las que cada equipo enfrente -con el mismo esquema de ida y vuelta- a un adversario que no sea de su grupo. Y si no estuvieran en el mismo sector el América y las Chivas (o Chivas y Atlas, o Tigres y Monterrey), se enfrentarían en esas jornadas finales... o intermedias.

Después de esas 16 jornadas clasifican 16 equipos: los cinco primeros de cada grupo y el mejor sexto. Y a partir de ahí se juega una Liguilla normal, pero desde los Octavos de Final, para así disfrutar de ocho duelos más de eliminación directa... con sus 16 partidos.

¿No suena mucho mejor esta opción, en aras de rescatar más lana sin afectar tanto lo deportivo?

Yo creo que sí.

 
 
Twitter: @rgomezjunco