Russell Wilson llegó a la NFL en 2012 tras haber sido seleccionado en la tercera ronda del Draft por Seattle. A pesar de las dudas que generaba su baja estatura, y de que el equipo contaba con Matt Flynn y Travaris Jackson como alternativas, Wilson se ganó la titularidad antes del inicio de la campaña regular, y de inmediato se convirtió en el mariscal de campo franquicia de los Halcones Marinos.
El contrato que firmó como novato, por cuatro años 2.99 millones de dólares, le permitió a Pete Carroll rodearlo de talento para ganar al menos diez partidos en cada una de sus primeras cuatro temporadas en la NFL. Apenas en su segunda campaña, Wilson fue el líder de la ofensiva que le dio al equipo su primer título de Super Bowl en febrero del 2014, y un año más tarde se quedó muy cerca de ganar el bicampeonato ante los Patriotas de Nueva Inglaterra.
Gracias a que en sus primeras tres temporadas se convirtió en un jugador de élite, Wilson se ganó una extensión de contrato por 4 años y 87.6 millones de dólares. Dicho convenio llegará a su fin al concluir la temporada del 2019, y hace unos días trascendió que el mariscal de campo de 30 años ha fijado el 15 de abril como la fecha límite para firmar una nueva extensión con Seattle.
Dado que Wilson ha sido titular en todos los partidos de su equipo desde que llegó a la Liga, y que en seis de sus siete temporadas ha llevado a los Halcones Marinos a los Playoffs, creo que está en condiciones de exigir un contrato multianual que seguramente lo convertirá en el jugador mejor pagado en la historia de la NFL. Es cierto que Seattle es una organización prudente que no suele "tirar la casa por la ventana" por un jugador, pero Wilson no es un caso cualquiera.
La historia de esta franquicia cambió radicalmente a partir de su llegada, sus números en temporada regular y en Playoffs son extraordinarios, y sus dotes de líder son indiscutibles. Además, no es descabellado pensar que más allá de la oferta económica, Wilson quisiera mantenerse al frente un equipo que parece haber encontrado la fórmula para reconstruirse sin perder competitividad.
Así las cosas, me parece que Seattle tendría que apretar el acelerador y llegar pronto a un acuerdo para extender el contrato de quien pudiera ser, al final de su carrera en la ciudad esmeralda, el jugador más importante en la historia de la organización.
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