Antes del domingo, Juan Carlos Osorio era un serio y fuerte contendiente a la Presidencia de México, pero bastó una derrota, sí, muy vergonzosa, para llevarlo a juicio.

¿Así o más ridículo?

Yo todavía no logro digerir el 7-0 ante Chile, y eso que no es mi primera vez. Como brasileño por nacimiento, yo ya debería haber aprendido, pero jamás pasó por mi cabeza la destitución del técnico mexicano.

La rotación de jugadores es la marca registrada de Osorio. Así trabaja el colombiano y así lo contrataron y, mientras los resultados lo acompañaron, el estratega fue aplaudido, pero bastó un descalabro para que aparecieran las dudas.

Característico de los directivos mexicanos, parece ser que lo nuevo asusta y si no funciona rápidamente no sirve.

En lo personal no me gustan las rotaciones, principalmente en la portería.

De hecho, las grandes selecciones, las que han sido exitosas en torneos importantes coincidían en que sabíamos de memoria cuál era su alineación titular.

Yo que tengo pésima memoria, pero les puedo decir la de Brasil del 70, la de Italia de Baresi, la de España de Sudáfrica y la de Chile campeona de la Copa America pasada.

Estas selecciones tenían calidad y fueron creciendo dentro de la competencia gracias a la continuidad que, para mí, es la gran y confiable impulsora del entendimiento colectivo.

En selecciones nacionales el gran problema para los entrenadores es la falta de tiempo para dar forma a su sistema, ya que reciben en sus manos a jugadores adaptados a distintos mundos tácticos, diferentes idiosincrasias futbolísticas y, sumado a eso, a jugadores que tienen la cabeza en su futuro club, contrato y a los agrandados que creen estar haciendo un favor a su país al defender sus colores.

Para mí la rotación con poco tiempo para trabajar con sus jugadores no es lo adecuado, pero estoy seguro de que eso no fue el único detonante para esta histórica goleada recibida frente a Chile.

Los jugadores perdieron el piso, creyeron en la engañosa victoria en el partido amistoso frente a los andinos en donde pudieron haber recibido 7 y se salvaron.

Se confiaron en sus flamantes números de partidos invictos, algunos cuidaron sus piernas por estar envueltos en transacciones millonarias y el "Chícharo" Hernández se presentó con 4 kilos por arriba de su peso normal.

Osorio tuvo errores en ese partido, pero contó con la complicidad de muchos de sus jugadores. ¿Será que los directivos tomaron en cuenta eso?

Ya es hora que la FMF ratifique, pero su forma de hacer sus balances y dejen de adjudicar los fracasos sólo a los técnicos y recordar a sus jugadores como héroes en los éxitos.

Señores, en el futbol nadie gana o pierde solo.

Y ya para terminar, en la Copa America Centenario se repite la Final (Argentina vs. Chile), pero de eso hablaré en mi columna del domingo.

 
 
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