Si hubiera justicia en el futbol, los organizadores podrían grabar el nombre de Argentina en la Copa que será entregada al campeón. Su paso para llegar a la gran Final de esta edición centenaria es simplemente arrollador.
En cinco partidos jugados y ganados prácticamente caminando, han anotado 18 goles y recibieron solamente dos, solo en el primer partido frente a Chile no golearon.
En su última víctima sobre los anfitriones, la sensación que me dio fue ver a una Argentina sobrada, a un Messi divirtiéndose y cascareando en la media cancha, con un mínimo esfuerzo deleitándonos con su grandeza y genialidad.
Como dirían en mi barrio, hasta ahora han robado la copa, en verdad no se han encontrado con ningún adversario que los obligara a emplearse a fondo.
Su superioridad individual y colectiva ha saltado a la vista como hace mucho tiempo no veíamos en una Copa América.
Hoy la Albiceleste podría consagrarse como el campeón menos exigido de la historia de este torneo sudamericano.
En hora buena, los argentinos deben disfrutar de esta gran generación que tienen y aún siendo brasileño, conocedor profundo de la rivalidad deportiva que existe entre esos dos países, deseo ver a Messi campeón con la camiseta de la Selección Mayor de su país, se lo merece en lo individual y callaría bocas, principalmente en su propia tierra natal.
Hasta aquí Argentina no ha tenido un rival que le llegara a los talones y Chile volvió a colocarse en la fila, pero ahora jugando mejor y con más confianza de la que mostraron en Fase de Grupos.
¿Y quién mejor que el actual campeón de América para mostrarle a los argentinos que la justicia en el futbol puede llegar a ser muy injusta y cruel a la vez?
Los chilenos traen una línea ascendente en su desempeño futbolístico, tendrán de vuelta al cuadro titular a Arturo Vidal y Marcelo Díaz, jugadores fundamentales para el técnico Pizzi.
Como factor en contra está el tiempo de recuperación, un día menos que los argentinos, y 45 minutos jugados sobre un terreno demasiado pesado por la fuerte tormenta que cayó sobre el césped del Soldier Field el miércoles pasado.
Pero con todo y las adversidades, veo al combinado chileno como el único equipo armado, individual y colectivamente para dar una verdadera batalla y exigir al máximo a los argentinos.
Quisiéramos que México estuviera ahí, pero no tuvieron el futbol ni tampoco la actitud para hacerlo y reconozcamos, solo hubiéramos sido una víctima más de la Albiceleste.
Reconozcamos, ésta es la Final perfecta, el actual campeón de América frente a una de las mejores secciones del mundo en la actualidad. Hay que disfrutarla.
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